En la espera del guardián
Las bocinas suenan. El tránsito no
espera. Un insulto de un colectivero a un taxista, anda lento, pisando huevos,
domingueando. No, buscando pasajeros ¡Cornudo!
Un púber navega por el océano
virtual y se detiene diez segundos en cada página. Lee los párrafos en forma
cruzada. Más que las letras le agradan las imágenes. Este sitio no sirve, este
otro tampoco, necesito otro más. Cada vez que sale de una página, la pantalla
se detiene blanca por una minifracción de segundo, al igual que su mente en un
toque de queda semejante a pequeños electroshocks de goce continuo. Pero a
medida que pasan los años, la repetición compulsiva de estas millones de milésimas
de picana virtual autoimplementadas, son utilizadas por los usuarios como sesiones
de castigo-placer. La comunicación es un derecho, solo se pide responsabilidad al
internauta. Nadie va preso, todo legal, solo cambio de hábitos. Y el placebo se
hace más dulce cuando el infinito de la navegación se desvanece en el buscador
para reaparecer con más atracciones junto al bombardeo de la publicidad. La
predicción condenatoria del libro de arena se hizo realidad.
Un abuelo espera la cena tirado en
el sillón mirando “Bailando por un sueño” y sonríe cuando aparece Tinelli. La
voz del conductor es amistosa, le produce cosquillas. Los ojos del anciano
brillan y se encuentran más abiertos de lo habitual, ya casi no pestañean. Las
glándulas salivares se activan una vez más. El perro ladra, llegó la pizza.
Un hombre habla por teléfono y
mientras busca terminar la comunicación, para no quedarse sin crédito, mira a través
de la vidriera un celular de alta gama con pantalla touch, 12 cuotas sin
interés, pero hay que pagar las cuentas y el sueldo que no alcanza.
La ansiedad y la vorágine citadina
no esperan. Y la entrevista con Octavio se pospone: cambio de horario en el
trabajo, cursada, mudanza, parciales, exceso del fin de semana... Todo va muy
rápido y la cabeza se retuerce, coagulan excusas. Y Nervio piensa eléctrico,
dependiendo el día, con o sin cable a tierra ¿Cómo? primero hay otros. Y la radio exige entretenimiento,
buenas cortinas, micros exactos, edición, spot que nos den el oxígeno económico
para sobrevivir. Y Andrea recuerda el valor del espacio terapéutico que brinda
Nómades. Tranquilidad, el show debe continuar. Estamos
a salvo: Nómades como radio alternativa antepone la intención de comunicar a la
seducción del mercado. Nómades es el lugar para Octavio, una tregua a su
necesidad.
Y minutos antes de comenzar la
entrevista, ante el anuncio de Octavio de que no se acordaba la historia que
quería contar, empieza a hablar sin prisa pero sin pausa, como con cuerda para
rato. Y todo sucede natural, fluye, cuenta y repasa su vida, escupe fuego como
el Dragón Humano que supo ser en el Circo Terry (que por otro lado, por qué mierda
no se presentan como corresponde y le dan una mano a su Gran Domador de Bestias
Salvajes. El mundo parece funcionar acorde con estos pequeños garcas dando
vueltas en el laberinto). Y ahora el Monteagudo pestañea en un pequeño
paréntesis de la sinuosa vida de Octavio que da su mensaje y se convierte en
aquel Octavius haciendo peripecias en la altura para salir adelante en esta
ciudad que no perdona salvo al que deje de lado la culpa y simplemente mire
hacia adelante. Revancha y voluntad.
Agustín
Teglia
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