jueves, 2 de agosto de 2012

El circo


El pibe caminó por la calle de tierra, las alpargatas se embarraron aunque intentó saltar los charcos que había formado la lluvia de la mañana. Llegó hasta la calle asfaltada, y buscó con la mirada el cartel que habían pegado la tarde anterior sobre el paredón de la fábrica abandonada. El tigre rugía desde el papel, se acercó, el anuncio del circo prometía payasos, acróbatas, animales y domadores. Siguió caminando, desde lejos divisaba la gran carpa, a su alrededor, carromatos con jaulas de animales, camiones casas rodantes: un mundo fascinante, el pibe se acercó un poco más, la jaula con los tigres estaba allí, los animales dormían, un hombre se acercó a la jaula, en sus manos traía un balde. El chico miraba entusiasmado, el hombre les hablo a los tigres.
─ Señor, ¿usted es el domador?
─ No, yo les doy de comer, me conocen, los crié de chiquitos
─ ¿Y no intentan morderlo?
─ Y no, ellos reconocen la autoridad, yo les hablo con energía
─ Pero, ¿usted les pega para que obedezcan?
─ No hace falta,
─ En la radio escuche que en el circo se maltrata a los animales, que les pegan
─ No, eso no es cierto, nosotros los cuidamos, los alimentamos, en realidad esos que manifiestan frente al circo tendrían que manifestar porque crían a las vacas para matarlas nosotros al contrario los criamos para que vivan. Si se enferman llamamos a los veterinarios, además estos animales nacieron en cautiverio, no saben vivir en la selva.
─ Yo quisiera ser domador y cuidar los animales como usted. ¿Como empezó usted en el circo, señor?
─ Y, yo primero armaba las carpas, viajé por muchos países levantando las estructuras de hierro que sostienen las lonas.
─ ¡Que lindo, me gusta esa vida!
─ ¿Vas a venir al circo?
─ Y, no puedo, mi mama me dijo que no podemos comprar la entrada.
─ Bueno, pibe, venite mañana que yo te hago entrar.
El chico no durmió  esa noche, excitado, feliz, se imaginaba la música, la banda tocando con alegría, los trapecistas en sus acrobacias increíbles, los payasos con sus trajes de colores y sus pelucas ridículas, pero sobre todo los tigres en una danza peligrosa con el domador famoso,
Al día siguiente amaneció lluvioso, una tormenta había soplado toda la noche, el viento azotaba las ramas, y algunas habían caído sobre la calle. El chico se levantó y corrió embarrándose hacia el circo.
Al llegar solo encontró la carpa caída sobre el terrero, un montón de hierros retorcidos. La gente iba y venía asustada, trasladando cajas y bultos. Escuchaba los comentarios todos hablaban de la gran tragedia que había sucedido: algo inexplicable. Buscó al cuidador de animales, no lo encontró.  Entonces, preguntó y le dijeron que el tornado había llegado de improviso a la playa durante la mañana, el viento embolsó la estructura y  levanto la carpa diez metros por el aire y luego cayó destrozando  la cabeza a su reciente amigo.

Estela Varela


No hay comentarios:

Publicar un comentario