"Ya no sé si merecerá
La pena partir a otro lugar"
Nacho vegas
Buenos
aires parece alejado, como acobachada de los movimientos ingratos que perturban
al mundo. Cada tanto, sin saber mucho, nos llegan noticias de lugares que parecen
matemáticamente imposibles de acariciar. Leemos informaciones trastocadas por
agencias del establishment mundial. Nos informan y nos tratan como ignorantes
que carecemos de poder crítico. Nos marcan a fuego quienes son los malos y quienes
los cowboy de la bondad universal. De esta manera seguimos el rebaño, mas lo
seguimos por inercia y ternura y un poco menos por ignorancia. Nunca seremos
libres si no se entienden los procesos que desencadenan la violencia extrema e
irritable de lo que parece lejano. Nunca podremos tomar una decisión si de
manera salvaje y extrema seguimos al rebaño del mundo mundial.
Cuado
nos enteramos con Agustín que en el Monteagudo había un compañero de origen
afgano se nos lleno el culo de preguntas. La incertidumbre precipito una
entrevista en caliente. A pesar de los compromisos que teníamos, decidimos
realizar la entrevista lo antes posible. Comenzamos a buscar información sobre
la tierra que pisó Alejandro y Gengis Khan. Hicimos, mientras comíamos un
matambrito a la pizza, un poco de historia sobre el avance colonialista inglés,
sobre la imposición del régimen Francés en Afganistán y después la inserción soviética
para finalizar con los resultados previsibles de la ocupación yankee y de los
hijos de mil puta de los ingleses. Nos encontrábamos en presencia de un pueblo sumamente
sufrido por las distintas corrientes hegemónicas que dominaron el mundo en cada
encuadre histórico. Íbamos a la entrevista con un chip insertado en la cabeza
“el sultán vienen del lugar más violento de las afueras de Kabul “. No sabíamos
bien con qué y con quién nos íbamos a encontrar.
La
mañana estaba bastante húmeda y la leve brisa del invierno despejaba la
claridad del cielo. Cuando entramos al Monteagudo sabíamos de antemano que la
entrevista no sería una más. Lo vimos al bien vestido con un toque de dandy occidental,
una bufanda blanca se deslizaba por su cuello. De manera extremadamente amable
nos convido café y en su mezcla de portuñol, italiano e ingles comenzamos la entrevista.
Por
momentos y mientras realizaba la entrevista dejaba dar rienda suelta a su
discurso. Se notaba en su voz un dolor incomprensible por ser un nómada del corazón
y no entender aun porque carajo ese carguero lo trajo de Bombay a Buenos Aires.
Desgarrado de raíz por dejar a su familia, aniquilado de base por la pérdida de
amigos entrañables, cansado hasta las pelotas de violencia y rechazos. Podría
ser Asunción, California o Tijuana. Pero fue Buenos aires. Tanto allá como acá
sigue teniendo una marca que interrumpe toda expresión cotidiana el sultán es afgano.
Esa discriminación pesa y se transforma en violencia, es el “terrorista”, el
“tira bomba” “el musulmán”. Estas construcciones tan católicas y occidentales
son tan solo etiquetas de los dueños del rebaño que te tiran un hueso en forma
de noticia y vos con un reverendo pelotudo la chupas hasta el caracú y sentís
que sabés de que hablás, entonces cuando te cruzás con el distinto lo encasillas,
le hace un informe social, evitas que esté acá, allá y en todas partes. La idea
del establishment es ocultar lo que molesta, lo que no cierra. Por este motivo
tira a la cancha a psicólogos sociales, trabajadores sociales, a operadores de
calle, a psiquiatras, policías, a
militares, curas y a Dios: papeles, balas, Mauser o extrema unción. Todas
herramientas para acobachar al otro cultural y para que vivamos nuestras
miserables vidas burguesas con los menores sobresaltos. Marginar al que pelea
con sus armas (equivocadas o no) por la libertad de su tierra, por un derecho
de garantía, por una ilusión de un mañana un poco peor a este presente. No debe
ser sinónimo de “otro” no debes ser sinónimo de investigación de trabajos de
campo y entrevistas. Tendría que ser sinónimo de libertad extrema. Quizás el
tiempo nos de la razón a aquellos que pensamos que la violencia en la
escritura, en las armas, en la poesía, en la entrevista sea el único camino de
cambio
A
veces la contradicción me emborracha en su andar, pero cuando estoy sobrio
escucho un poco más de lo que debo y me doy cuenta que es un agrado entrevistar
al sultán y es una emoción cerrar con Bob Marley el programa mientras cientos
de hombres se revientan a las 10 de la mañana en la oficina , mientras cientos
de señoras se vuelan la cabeza educando a sus hijos a pesar de todos eso un
apretón de mano nos pone al tanto que somos humanos, con errores y aciertos , y
que nos vaya bien con o sin la violencia, principalmente que nos vaya bien en el
proceso histórico de cortar los lazos con diablos de tamaño gigantesco como son
los comunistas, los católicos fanáticos, judíos ortodoxos lame botas de Jehová,
nazis y la basuras más grandes del mundo que un día un rey borracho y pedófilo
decidió llamar Inglaterra.
Por
un Afganistán y una Palestina libre de la incidencia occidental.
Sergio Gurzi
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