viernes, 10 de agosto de 2012

El amor en tiempos del Monteagudo


         La soledad como un marco elaborado e hilado en un fino espacio sin mas transformaciones que la palabra dicha, esas es la sensación que sentí en el puñado de entrevistas realizadas en el Monteagudo cuando acariciábamos el tema del amor con los entrevistados. Un aura estrecha y casi palpable se podía apreciar en cada uno de los entrevistados, era un aura que llevaba el color del recuerdo y la añoranza de algo perdido haya atrás de las brumas del tiempo. En cada dialogo pude captar como que aquella lejanía no tenía puerto de espera, estaba perdida en algún lugar del tiempo. La lejanía no era más ni menos que la mujer que recordaban en silencio (en muchos casos) pero sus huellas se palpaban en el hilado fino de las palabras que evocaban el pretérito. 
         Casi todos anclando el cuerpo en soledad, moviéndose en el vaivén del discurso de lo que fue. Removiendo la época de la tumba, de la calle, de los viajes de alcohol, drogas  y del delirio. Entre tanto navegar y moverse estancados en el mismo lugar nunca y jamás se hizo presente el olvido a aquella compañera que supo aguantar hasta que se quebró y como una buena egoísta empezó a pensarse en si misma y a retomar su camino sin él, sin ellos.
         Muchos destinos cruzados se entreveran en los enjambres intestinales del Monteagudo y uno que viene de afuera no es ajeno a estos hechos. Muchas veces la fatalidad del destino de la calle tiene cuerpo de mujer y es inevitable desprenderse de ella.  Lo más difícil de la entrevista es tratar de que ello se palpe en la palabra, pero es imposible hacerlo por medio de la pregunta. El único que puede dar respuesta en estas ocasiones es el corazón de cada entrevistado, es la cabeza de cada entrevistado, es la pija y el semen de cada entrevistado.
         No soy quien para atestiguar el terrible dolor de alejarse de lo que uno añora, no soy yo quien debe dictaminar si esta bien un buen pipazo antes que el recuerdo de ella que se alejo por que nos fuimos a la mierda y bardeamos en cada lugar de trabajo y estudio. Tan solo lo que puedo hacer es dejar estas líneas en homenaje a los hombres del Monteagudo que aun recuerdan a la que se fue y añoran aquel pedazo de retazo de la que siempre esta por venir.

Bengala



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