lunes, 20 de agosto de 2012

Entrevista Nómades Nº 22 a Carlos Durañona Fundador del Comedor Barrancas de Belgrano


Nómades: Se nos acercó Carlos que es una especie de socio del comedor.

Raúl: Fundador.

Nómades: Bueno, para ir finalizando la entrevista en este día de lluvia en la glorieta centenaria de Barranca de Belgrano. Fuera de ambiente estábamos hablando del tema de la asistencia genera un círculo que es bastante difícil de romperlo en la gente que está en situación de calle ¿qué opinan del tema?, ¿se puede romper el círculo?

Carlos: Yo diría que hay dos círculos. Un círculo que casi diría turístico de la miseria y de la pobreza, la gente sabe que acá se come tal día a tal hora, en la parroquia, allá el desayuno, y van rotando para conformar una dieta medianamente adecuada, además hay una panadería acá a la vuelta que en la puerta del costado regala todo lo que le sobra. El otro día lo fui a felicitar. A mi hace diez años que me consta ¿no?, yo calculo que un hombre grande que tiene una panadería, debe saber calcular la producción que necesita para vender en el día, pero evidentemente él calcula un poco más siempre, él lo hace a propósito, o sea, él cierra el círculo culinario de alimentación en esta zona de Belgrano que pasa también en Congreso, Tribunales, Constitución, siempre hay grupos que están de alguna manera tratando de asistirlos; y ahora el otro Círculo el de no poder salir de esta situación ¿no? Vamos a decir que no tienen una plataforma para despegar, porque están los chicos unidos en la droga o los atrapan para eso, delinquen a veces, los padres, las madres sobre todo, porque padres no existen, son circunstanciales, muy pocos padres hay, hay madres con chicos. Y vienen cargados de chicos para limosnear durante el día. A la noche recalan en nuestro comedor o al mediodía se la rebuscaron por otro lado. Generalmente los que vienen a limosnear comen a la noche. Una comida caliente que es la nuestra y la que dan los otros grupos que también confluyen en este sector. Así es que el círculo es que esos chicos no están en la escuela por ejemplo. Al no estar en una escuela, al poco tiempo, se independizan de los padres porque la casa o la casilla o el ambiente donde viven es un infierno prácticamente porque viven siete u ocho chicos que son producto de distintas administraciones, por decirlo de alguna manera…

Nómades: De la misma mujer pero de distinto hombre.

Carlos: Claro. Y conviven en una promiscuidad y terminan escapándose porque no lo soportan, no soportan ver eso y la calle es una liberación. La calle los está esperando, los atrapa. Cuando los atrapó, nos los larga más y los lleva a la muerte directamente. Entonces muchos chicos vienen acá y la puertita, la hendija que le estamos abriendo: una el afecto, la contención, recibir una caricia, un beso, un abrazo, todas esas cosas que no están habituados porque los tratan mal, los echan de todos lados, cayeron detenidos y los apalearon, se escaparon, volvieron a reincidir, ese es un ciclo perverso que no pueden zafar, pero acá encuentran sobre todo eso, cuando vienen voluntarios y nos dicen ¿qué podemos hacer? Y yo y todos le decimos que lo primero que hay que hacer es hablar con la gente, hablar con ellos, interesarte por la vida de ellos. Sabés que la comida es un acto mecánico, es efímero, dura lo que dura la comida.

Nómades: Es un paliativo mínimo.

Carlos: Los pañales, los servicios que fuimos incorporando, a veces alimentos que podemos dar, que nos han donado en exceso y los repartimos entre ellos. O bien, alimentos que nosotros por la dificultad que tenemos para cocinar tenemos que reducir a guiso y a fideos y arroz, pero si nos traen polenta por ejemplo, la polenta es inmanejable sino tenés un fuego al lado, entonces la polenta se las damos o leche en polvo también. Hemos hecho campañas para conseguir leche en polvo. Hemos notado que la mayoría de los chicos no están acostumbrados al ritual de la comida como puede tener cualquiera. El desayuno no existe. Es decir, es una etapa que se suprime. Directamente buscan la comida del mediodía o comen pan,  o cualquier cosa que consigan durante el día. Lo que sería un desayuno formal: café con leche, chocolate, o mate cocido con leche, sentados en una mesa, eso no existe. Entonces, buscan la leche en polvo. Un día mirá, estaba una chica de veintiuno o veintidós años con una bebita que lloraba y lloraba…

Nómades: ¿En la plaza?

Carlos: Sí, sí, allá estaba. ¿Qué le pasa?, le digo, ¿está enferma?, no, lo que pasa es que yo no tengo leche. ¿Pero no le das de la otra?, no consigo, me dice. ¿Y qué come esta beba?. Le doy agua, con un poco de azúcar y la engaño así, pero llora todo el día porque tiene hambre.
¿Pero dónde estamos acá?, estamos en un sector opulento de la ciudad de Buenos Aires, y hay una bebita que se está por morir porque estaba desnutrida. Entonces ahí nos juntamos y pagamos una campaña porque no puede ser que no haya leche acá.

Nómades: Te hago una pregunta: recién dijiste algo importantísimo. Estamos en el centro de un lugar opulento. Un piso acá vale fortunas. ¿Qué pensás del doble discurso? Muero cuando veo un chico por la televisión pero cuando se me acerca en la calle salgo corriendo, este me roba, ¿vos qué pensás de eso?

Carlos: Yo creo que cuando una persona llega a la situación de calle es a lo más bajo que se puede llegar un ser humano. Casi hasta parece más digno que estén presos que no tener nada. Francamente es el estado último al que puede llegar un ser humano donde se lo desprecia totalmente y no se le tiene la más mínima consideración. Acá, hace poco, había un camino enorme para los perros que ahora se trasladó allá abajo. Es decir el Gobierno de la Ciudad piensa en los animales, en los perros, cosa que está bien, fantástico, tienen un lugar para retozar, para baño. Pero no existe baño para las personas. Los árboles son los baños ¿no?, no hay una consideración para las personas que están, así digamos, excluidas totalmente.
Estos fueron chicos también, estos son sobrevivientes, porque hay que sobrevivir en esta situación. Pero la sociedad no los ve, los ignoran. Se defiende de esa manera

Nómades: ¿Pensás que no los ve o los niega, los invisibiliza?

Carlos: Los niega y les tiene miedo porque son los desconocidos. Es como si apareciera un extraterrestre y nos asuste, o un animal extraño que no estamos acostumbrados y nos asusta. Yo el otro día escuché a una señora oyente que llama diciendo que en la puerta de su casa había una persona tirada durmiendo y la policía no hace nada, dice. La relación inmediata, lineal de asociar a ese tipo con la policía porque es un delincuente el que está tirado ahí. Pero a nadie se le ocurre pensar por qué llegó ese hombre ahí ¿no?, ¿por qué se droga?, se droga porque no tiene que comer, toma vino porque llena su espíritu de su psicólogo, un tetrabrik. No tiene todas las compensaciones que podemos tener nosotros. Y nosotros sentimos que hacemos agua, es que me da la sensación que agarramos una tabla y hubo un naufragio acá, estamos frente a Manhattan, en una tabla flotando pero no sabemos dónde va la tabla, por ahí nos tira mar adentro, o chocamos con una piedra y nos hacemos pelota, no sé, me da la sensación de que te miran, ¡ah mirá, qué buena esta gente que le da de comer a las personas!, u otros dicen: alimentan vagos.
Me invitaron a una mesa de seguridad en el barrio, pensando que nosotros acá, podíamos ser informantes de cosas muy importantes que están pasando en el barrio con respecto al delito, y me acuerdo que, hoy tendría que ir, pero no sé si voy a poder… y yo les cambié la perspectiva, yo vengo acá, si por el tema de la seguridad, pero permítame que vea otro enfoque, no el de la camarita, el de las rejas, el de la policía privada o el de la policía estatal, las cárceles, todo eso, yo pienso en la inseguridad de una criatura, de un chico que no sabe qué va comer ese día, que no sabe dónde va a dormir o de cualquier persona ¿no?, o que no sabe qué policía lo va a expulsar o echar porque es un indeseable, ¿qué escuela lo esperará y le abrirá las puertas para que él entre?, esa es una enorme inseguridad que tiene y que no pensamos, y yo quiero pensar en esa inseguridad de esas personas, porque si nosotros combatimos esa inseguridad probablemente no necesitemos en gastar tanta plata en tantas estupideces como poner cámaras, armas y rejas en las casas, porque quiere decir que toda esa inversión la vamos a poner en las causas, no en los efectos, vamos a combatir esa incipiente delincuencia que estamos formando con nuestro desprecio, con nuestro abandono ¿no?, con el ignorar a ese ser humano que está ahí tirado, y nos acercamos para ver cómo lo podemos ayudar, no como lo vamos a hacer más malo todavía, lo vamos a expulsar más, entonces a lo mejor, es el famoso dicho: “cuanto más escuelas haya, menos cárceles serán necesarias”. Es decir, si probamos de atacar las causas en las figuras de las personas mismas, a lo mejor, si todos hacemos ese poquito, va a llegar el día que vamos a decir: ¡pucha!, si somos todos ciudadanos iguales, somos libres, somos decentes, nos respetamos, no hay que robarle al otro, porque no necesita, porque sabe: bueno, él tiene más que yo, y siempre hubo diferencias sociales entre todas las historias y todas las épocas, pero el más pobre de repente, aceptó que el otro era más rico y el más rico pudo ayudar o puede ayudar al otro.

Nómades: Un consenso digamos, cierto equilibrio.

Carlos: Claro, pero curiosamente cuando yo plantee eso se descolocaron porque pensaban que yo iba a decir miren tenemos que poner acá en las barrancas dieciocho vigilantes.

Nómades: ¿Y qué reacción tuvo la gente?

Carlos: Al principio miraron raro, pero después entendieron que este era un tema central de la inseguridad, entonces me preguntan: ¿qué podemos hacer para ayudarte en esa inseguridad?, y yo les dije a mi no me están ayudando, nos estamos ayudando, también a todas esas personas.
Una primera medida que se me ocurre: documentarlas. Conseguirles el documento, que reciban la patente de persona. Felizmente se lo tomaron a pecho y yo fui al Ministerio de Seguridad porque de ahí venía la cosa, y se movilizaron, se movieron cosas que me dieron cierta satisfacción porque vinieron a buscarlos, los llevaron. Yo quería un móvil acá porque la persona en situación de calle no tiene una relación con el Estado, o sea, el Estado no es amigable, siempre lo trató mal o no lo tuvo en consideración. El hospital público, la administración pública en general, ni que pensar la policía, no está capacitada para atender a un excluido, puede entender a un pobre, el hospital mismo sabe lo que es un pobre, ahí cuando va al servicio social, él se considera sin derecho a reclamar y ya la exclusión le viene de sí mismo ¿no?, yo no tengo derecho a recurrir al Estado a que me asista, entonces evidentemente con ese panorama, estamos perdidos y si nosotros no acercamos las partes, si no servimos de medio que el Estado venga a documentarnos porque deber ser el interés del Estado el que todos los ciudadanos tengan su dignidad, en un país donde esa dignidad ha sido tan pisoteada ¿no?, bueno, ahí tiene una oportunidad de reivindicarse y darles un nombre, de que toda persona tiene derecho a un nombre y exhibirlo contra terceros y el resto del mundo, es decir: yo soy Carlos y acá tengo la credencial que me acredita que soy Carlos. Hubo otros intentos fallidos porque los llevaban a sacar el documento a Congreso y de ahí los abandonaban. Vistas las consecuencias, yo les puse las condiciones: Yo quiero que el documento se entregue acá. En presencia nuestra, ¿no?, sin banderas, sin carteles. Es un acto de justicia que no necesita ninguna connotación especial, ni cámaras, ni nada de nada. Es ahora el señor fulano de tal que podrá presentarse y tener un trabajo o ser aceptado en alguno de los servicios que, a veces, requieren de los documentos para poder asistirlos.

Nómades: Carlos, Raúl, lo que dijeron está muy bien, les agradecemos por estar en Nómades en un día de lluvia, Muchísimas gracias y estamos en contacto.

                                                                                 Grupo Nómades
14/08/2012










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