Los genocidios son utilizados,
depende el momento histórico, como un caballito de batalla de la hegemonía
política dominante. Mucho se sabe del genocidio que llevó adelante Hitler y sus
aliados desde la noche de los cristales rotos hasta entrado el año 44. Si uno
sale a la calle y le pregunta al verdulero, al carnicero y a doña Rosa sobre el
genocidio nazi, todos tendrán una respuesta en común “mataron a muchos judíos“.
Desde ya la respuesta es parcialmente correcta. Sí, desde ya, se asesinaron a
más de 6.000.000 de judíos y a esto hay que sumarle millones de muertos más;
negros, homosexuales, disidentes del partido nazi, comunistas, gitanos,
armenios, socialistas, etc. La pregunta que nos surge es por qué se revindica la
matanza judía y no la de gitanos. La respuesta es muy simple. En el entorno político
post 1950 Israel se transformó en una nación estado y para justificar su poder
de coerción hacia el pueblo musulmán y para obtener una legitimización de su
status territorial se pone como soporte legitimo la matanza nazi, entre otros motivos.
Se deja de lado, se pasa a las sombras el exterminio gitano, disidente, homosexual,
etc. Debido a que estos elementos no sirven de justificación política en esta era
contemporánea.
Hitler fue un hijo de mil puta y todo nazi, al igual que todo
estalinista es un hijo de puta. Porque pone la muerte ante un proyecto de
idealización política y justifica toda masacre en nombre de un futuro mejor
para su raza o para su partido, el hecho de matar es de hijo de mil putas. Esta
acción es de hijo de puta, con acato de las putas, y no merecen respeto de mí parte.
Pero sí merecen análisis. Dentro del análisis es fácil determinar que Hitler y
sus criaturé no nacieron de la concha de sus respectivas madres, sino que
fueron creados, vestidos y alimentados post pacto de Versalles. Hitler y sus criaturé ¿fueron una conveniencia económica y política
a las naciones estados que estaban perdiendo poder a principios del siglo XX?
¿O fueron una oportunidad al crecimiento norteamericano? Estos dilemas quedan
en discusión, hay un apartado para comentarios y estoy dispuesto a debatirlos.
El eje conceptual de esta nota es el genocidio turco
perpetrado al pueblo Armenio a partir de abril de 1915 y que se extendió hasta
entrado el año 22. Recientemente, en la introducción, desarrollamos la idea de
que el genocidio tienen peso histórico depende el momento en que se lo aplique.
Si uno sale a preguntar por el genocidio armenio no muchos sabrán
responder y pocos sabrán esgrimir
palabras sobre “los jóvenes turcos”, sobre el imperio otomano, sobre la masacre
de Adana, sobre la masacre de hamidianas. El genocidio armenio esta tapado. El
actual estado turco jamás lo reconoce debido a que alude cuestiones étnicas y
de éxodo de los propios armenios. Ahora la pregunta es ¿por qué el éxodo y por qué
la diferencia étnica? Respuestas que silencia el estado turco con la
benevolencia de Estados Unidos y el estado de Israel, más el estado pirata Inglés.
Ahora, ¿por qué el silencio? El silencio es debido a que Turquía está en una
posición geográfica privilegiada y es un satélite, mejor dicho, una rampa de
operaciones ideal para mantener sometido gran parte del medio oriente, esto
sucede desde mediados del ochenta, desde que se estabiliza la crisis del petróleo
del 73 y desde la revolución islámica, agregando el comprometido mapa político
del Magreb africano producto de sus procesos descolonizadores que comienzan a
mediados del 60 y llegan hasta nuestros días. Estos procesos se pueden ver o
leer en grandes titulares en cualquier pasquín de ciudad (léase clarín o el
país de España) que no hace más que confundir el poder crítico de todos
nosotros.
Mientras entrevistaba a Oundjian, sentía que había un proceso
histórico metido en sus entrañas, sabia que en algún momento se iba abrir y se
abrió. El punto exacto de su abertura fue cuando me dijo “¿y que hicieron los armenios
para que los odien tanto?”. Era una respuesta/ pregunta que no me esperaba,
pero movió toda mi pobre estantería intelectual y es así que llegué a la
conclusión que hay hijos de mil puta en todas partes y en todas las épocas.
Pero esos hijos de mil putas no nacen solo de la concha de su madre, esos hijos
de puta como Hitler, Videla, los jóvenes turcos, Abdul Hamid, Bush, Benjamin Netanyahu,
entre otros. Estos nombres y otros mataron , matan y mataran en campos de
concentración a todo aquel que piense políticamente distinto, que crea en otra
religión, que sea puto, negro, falopero, árabe, judío, turco, armenio,
montenegrino… etc.
Quizás lo que mas duela sean los etc. porque son los anónimos
de la simpleza de escribir. Quizás la esperanza esté en la gentes que forman
los estados turcos, armenios, israelíes, estado unidenses, ingleses, alemanes.
Que comencemos a saber ¿por qué el silencio de una matanza y por qué el
inflador en otras? Si al fin y al cabo son matanzazas, violaciones,
deportaciones, hambrunas, éxodos, muerte, historia.
No es sencillo determinar los procesos de saturaciones
coyunturales que se realizan flexibles en las páginas de los libros. Son ni más
ni menos que seres humanos que sufrieron, sufren y sufrirán los avatares de
movimientos políticos, religiosos y económicos.
A esta altura de mi vida me gustaría creer en alguna religión
y pensar que la paz es posible, pero soy ateo y presiento que estas matanzas no
van a cambiar por articulaciones divinas. Esta farsa es solo una parte de los
procesos históricos que apenas supimos entender.
Sergio Gurzi.
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