jueves, 26 de julio de 2012

Poder elegir


¿Todos podemos elegir como deseamos vivir? ¿Todos estamos capacitados para saber lo que nos conviene o lo que nos gusta? ¿Consideramos como sociedad que hay quienes no pueden hacerlo? ¿Los niños muy pequeños, quizá, porque somos los padres o los adultos que decidimos  por ellos? Aunque desde muy temprana edad comenzamos a preguntarles, ¿querés ir a la casa de los abuelos o preferis ir a la plaza?  Comenzamos a interesarnos en sus opiniones y les damos un lugar, les reconocemos que son personas pensantes y no cosas que podamos llevar y traer a nuestro antojo. Quizá los locos deben someterse a la voluntad de otros, porque suponemos que no están capacitados para saber qué es lo mejor para ellos.
A veces, también a los ancianos se los subestima y se los infantiliza y entonces alguien piensa que están mejor en un geriátrico que en su propia casa porque no son capaces de cuidarse solos.
Todos ejemplos de quienes son desposeídos de sus derechos, por creer que son incapaces, por inmadurez o por ignorancia.
A través de las entrevistas de Nómades, fui encontrando un factor común, los entrevistados del Hogar Monteagudo coinciden en lo poco funcionales que son los paradores, hablan de que son autoritarios y que en ellos no hay estabilidad. Todos distinguen al Hogar Monteagudo como un lugar donde se les dan oportunidades y donde pueden rearmarse para seguir viviendo.
Quienes transitan la situación de calle, saben lo que quieren, lo que necesitan, cuáles son sus tiempos y entonces ¿cuándo son consultados para elaborar los planes sociales? Hay voces ahí para ser escuchadas. Si formaran parte, si se los involucraran desde las organizaciones en la creación de programas sociales, estos serían más acordes a sus necesidades. La experiencia no se puede transferir, por eso el que actúa desde su saber, seguramente optimizará  la propuesta. Los programas que resuelven y ejecutan desde un escritorio no pueden ser tan eficaces como aquellos que lo hagan desde la consulta a los beneficiarios: ¿qué quieren, qué buscan, qué esperan, qué necesitan? tan simple como eso.
Todo proyecto debe ser algo que surja en conjunto con los destinatarios. Sería darles un lugar lejos de la cosificación que queda impresa en el paisaje urbano como esa foto de Yako. La gente en situación de calle tiene un sueño, una esperanza, y tiene un recorrido, un saber y es cierto que sabe ponerlo en palabras y puede elegir lo que le conviene.  Comenzar a verlos como sujetos de derechos.
Eso es ni más ni menos, lo que encontré en las entrevistas de Nómades: “Tu vida me importa y yo aprendo de ello”.

Estela Varela

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