viernes, 20 de julio de 2012

Durmiendo con el enemigo


La mentira del Operativo Frío: La reproducción del negocio de la pobreza y la justificación perfecta para desplegar políticas públicas represivas.

            Para dormir en la calle siempre una buena frazada pero para descansar mucho mejor una buena púa. Mientras que el Gobierno de la Ciudad gasta millones para asistir a la necesidad de los pobres, los marginados, los linyeras, los desposeídos se multiplican, ¿por qué? ¿Una manera absurda de palear la pobreza?
            Cuando las personas ingresan al dispositivo se crean locos, vagos, se los denomina y otorga una etiqueta. Nada de ingenuidades, hay intención de controlar. Una forma maquiavélica de borrar con el codo lo que se escribe con la mano.
          Pequeños negocios para el elenco estable municipal, los mismos burócratas de siempre: subsidios para hogares que negocian sus camas, robo descarado del gasoil de las camionetas que llevan a la gente a los paradores, refacturación de elementos dispuestos para la asistencia, sueldos de burócratas disfrazados de profesionales, ploteo de camionetas a sobre precio para que parezcan nuevas, etc. en fin: pequeños chanchullos, chiquitaje que mantiene la insignificante ambición de los municipales. Los grandes negocios para el siguiente artículo, en este solo un reflejo de aquellos.
        Dispositivos (paradores, comedores, hogares, etc.) concebidos por una legislación reproductiva del orden político-económico, dispuestos para mantener el negocio de la pobreza y alimentar la necesidad del plan maquiavélico: desgastar para destruir, y se estimulan los efectos colaterales para seguir alimentando el negocio: noticieros que venden inseguridad, rejas, cámaras, Policía Metropolitana, cárceles, paradores, operativo frío…
¡Pulverizar para aspirar! Dibujan el círculo… vicioso.


                                                             El Rufián de Pompeya






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