Rosarino, periodista y peronista: "periodista de barricada y genéticamente peronista", se definirá.
Rosariazo: fue el grito de los anónimos postergados. Los
invisibilizados que se juntaron tras una barricada. Ocultos de una sociedad que
el 16 de septiembre de 1969 salieron a
defender y a reclamar las oportunidades que Perón ya les había otorgado y que
eran cercenadas por una dictadura que explotaba al trabajador y le quitaba los derechos. Entonces, un pueblo
entero, obreros, estudiantes, amas de casa y niños marcharon por las calles de
Rosario reclamando justicia. Mansilla
estaba ahí, con dieciséis años. Tenía
memoria de la usurpación del poder: en 1955 fue testigo de los tanques que por el Bulevar Oroño
avanzaban amenazantes hacia el parque independencia. Una imagen que quedó
prendida en la retina y será disparador de otras luchas.
Daniel
Mansilla nos da testimonio de como se forma un peronista: desde la cuna, en sus
genes está la doctrina, porque crece desde el pié, padre obrero y madre
campesina, desposeídos de todo y que, milagrosamente, una vez son reconocidos.
Su madre vio llegar un tren, cargado de regalos: zapatillas y guardapolvos,
elementos inalcanzables para la multitud de seres olvidados de la Argentina y que el
peronismo rescató del olvido.
Entonces
los derechos de los trabajadores será el estandarte de los peronistas. Perón,
Evita, el Che, ideología que se construye auténticamente, aprendiendo que las oportunidades son el derecho de una sociedad para crecer y mejorar.
Militó, entonces, Daniel, en el partido justicialista. Una militancia
que se forjó en el hogar, en la búsqueda de principios solidarios, por eso ahora dice
“Nací con el peronismo”. Allí lo encuentra
la dictadura militar de 1976, y
transita caminos amargos donde los amigos son encarcelados y desaparecidos: “yo
tendría que ser uno de ellos” dice y entonces con el dolor de la pérdida y como
un mandato, también él desaparecerá durante años, se pierde en calles
atormentadas con silencios e indiferencia. Un muerto en vida, que busca
reparar, redimirse de estar vivo ante tantas ausencias.
Pero
también hay otro relato y así como hay una Argentina diferente, oculta, también
Mansilla querrá contar su historia. Porque hay otra historia, y el protagonista
está vivo y quiere narrarla. Por eso
este “periodista de barricada” como se define a sí mismo, regresa lúcido y
cálido, y más sabio a resignificar la vida.
Estela Varela
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