viernes, 20 de julio de 2012

Daniel Mansilla


Rosarino, periodista y peronista: "periodista de barricada y genéticamente peronista", se definirá.
            Rosariazo: fue el grito de los anónimos postergados. Los invisibilizados que se juntaron tras una barricada. Ocultos de una sociedad que el 16 de septiembre  de 1969 salieron a defender y a reclamar las oportunidades que Perón ya les había otorgado y que eran cercenadas por una dictadura que explotaba al trabajador y le  quitaba los derechos. Entonces, un pueblo entero, obreros, estudiantes, amas de casa y niños marcharon por las calles de Rosario reclamando justicia.  Mansilla estaba ahí, con  dieciséis años. Tenía memoria de la usurpación del poder: en 1955 fue testigo  de los tanques que por el Bulevar Oroño avanzaban amenazantes hacia el parque independencia. Una imagen que quedó prendida en la retina y será disparador de otras luchas.
            Daniel Mansilla nos da testimonio de como se forma un peronista: desde la cuna, en sus genes está la doctrina, porque crece desde el pié, padre obrero y madre campesina, desposeídos de todo y que, milagrosamente, una vez son reconocidos. Su madre vio llegar un tren, cargado de regalos: zapatillas y guardapolvos, elementos inalcanzables para la multitud de seres olvidados de la Argentina y que el peronismo rescató del olvido.
            Entonces los derechos de los trabajadores será el estandarte de los peronistas. Perón, Evita, el Che, ideología que se construye auténticamente, aprendiendo que  las oportunidades son el derecho de  una sociedad para crecer y mejorar.
Militó, entonces, Daniel,  en el partido justicialista. Una militancia que se  forjó en el hogar,  en la búsqueda de  principios solidarios, por eso ahora dice “Nací con el peronismo”. Allí lo encuentra  la dictadura militar de 1976,  y transita caminos amargos donde los amigos son encarcelados y desaparecidos: “yo tendría que ser uno de ellos” dice y entonces con el dolor de la pérdida y como un mandato, también él desaparecerá durante años, se pierde en calles atormentadas con silencios e indiferencia. Un muerto en vida, que busca reparar, redimirse de estar vivo ante tantas ausencias.
            Pero también hay otro relato y así como hay una Argentina diferente, oculta, también Mansilla querrá contar su historia. Porque hay otra historia, y el protagonista está vivo y quiere narrarla.  Por eso este “periodista de barricada” como se define a sí mismo, regresa lúcido y cálido, y más sabio a resignificar la vida.

                                                                                                    Estela Varela



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