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Pipino
se encontraba en la biblioteca del Congreso leyendo a Boudieu. No entendía un
carajo. En la mesa Cosmo leía libros de Durkeim y Weber, también había uno de
Passeron hablando de estadística (Ciencia basada en la lógica que funciona de
tal manera donde nadie es parte del todo y todos son parte de nada. De eso
curra la Sociología ).
La bibliotecaria se paseaba acomodando libros y lo miraba. Él también la miraba
y le repugnaba esa vieja peluda. Y bueno, aunque sea esta vieja abominable me
deja dormir adentro de la biblioteca y por lo menos no tiene dentadura. Era una
especie de revancha al diablo Tombo con cara de abuela donde le demostraría que
Sixto Empírico tenía razón, que eliminando las escuelas caería la dominación
del imperio, de Dios, de la CIA ,
ya no habría más trabajo para los asistentes sociales, que Sixto empírico no solo
era un griego pajero diciendo boludeces.
Para
ese entonces Pipino (Ya no era justo llamarlo gordo Firpo por que había
adelgazado de tal manera que se encontraba hecho un palito flácido) salía de la
biblioteca solo para juntar información y despegarse de la vieja bibliotecaria apestosa.
Grababa entrevistas y realizaba observación participante en las ranchadas bajo
las autopista. Bordolino era su testigo ocular pero estaba tan borracho que no
entendía un carajo. Estudiaba la vida en la calle y se había copado con la rama
dorada de Frazer, el evolucionismo es lo más!. Esto de redactar un proyecto de
investigación para ganar una beca no es lo mío. Hay que tener mucho estómago para
hacerse cientista social. Me repugna esta biblioteca y la vieja asquerosa, me
voy. Pipino se dio cuenta que ni bien pisó la plaza Congreso le sobraba el
tiempo del extenso día.
Comienzó
a correr y solo frenaba para acariciar a Cosmo y hacer foco en sus abdominales.
Ese griego de mierda tenía razón en ser un escéptico, para qué acordarse de la basura
que nos invade a través de la industria mediática de la información? Agarró el
fierro y encaró para la legislatura.
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