Ahí
estaba Bordolino revolviendo la olla preocupado porque el vino bajaba cada vez
que le daba la espalda a la cajita. Albino tenía su tetra de vino blanco (Por
este motivo aprovechaban humorísticamente el homófono “al vino blanco” para
burlarse de él), tranquilo y en silencio mirando a la ranchada. Paco hablaba
con el Pinche Porfirio (Colombiano del que todos pensaban que era mexicano),
Tomé traía ramas y colillas fumables. El rata hacía el fuego con cinco más de
los cuales no se sabía el nombre. El gordo Firpo y Cosmo se ubicaron en un
costado del campamento. Qué pasa gato?, dijo Paquito, el gordo atinó a
responder: no, no es un gato, estamos acá con… (El gordo Firpo omitió hablar de
Cosmo porque pensó que entenderían lo que no se veía, que no entenderían el
pensamiento abstracto). Qué sos Cobani?, Ah no, soy Pipino. Bueno quedate piola,
que estamos con varios jedes acá, tomate una pajarito piola. En eso llegaró la
banda de los Asistentes: Marciano, también conocido como el trosko loco, además
del Maku, Marino, Marlon y Merlino, aunque estos últimos de extracción más
liberal, todos venían de una clase complicada: eran marxista-leninista-troskista-guevaristas,
conocidos del club de polo de Belgrano R, autoproclamados el equipo de
Liberación Asistencialista, nombre votado en asamblea de los nobles del polo (Además
estaban Norman y Justin que los llevaban a las reuniones por ser dos faseritos
buena onda).
El
equipo de Liberación Asistencialista venía de perder un encuentro futbolístico
con el partido de los neo-nazi. Estaban calientes porque no solo habían perdido
en match sino que también se habían comido varias patadas y cadenasos. Querían
ganarle a alguien y eligieron a la ranchada más dispersa y hecha mierda, la de Plaza
Lavalle, Tribunales.
El
encuentro se armó rápidamente usando como arco la olla del cocinero Bordolino.
A este lo aprovecharon de arquero que revolvía con la misma rama con la que pinchaba
a Maku, el goleador del equipo de Liberación Asistencialista. Del otro lado del
campo un puesto de diario oficiaba de arco contrario. La pelota era una Tango
del mundial 78, obsequio de el ex ministro de economía el brujo Matínez de Hoz
a su sobrino el brujito Merlino, el que siempre hacía mágia en el área, aunque era
muy respetado el anteúltimo dato que se nombró en el relato era mejor no
comentarlo mucho porque incomodaba a la asamblea de los nobles del polo.
Paquito era el diez natural, el que armaba para la ranchada de plaza Lavalle y
el cocinero Bordolino al arco por estar cerca de la olla. El resto lo
rellenaron con perros y el grupo silencioso que estaba al lado de Bordolino. El
gordo Firpo se propuso de nueve y peló la camiseta de Atlanta, a mi me van a
respetar porque soy Pipino el number nine.
En los primeros cinco minutos, el equipo de
Liberación Asistencialista hizo diez goles. Paquito se había sentado a fumar su
pipa, dos de los silenciosos sin nombre habían desaparecido de la plaza y el
gordo Firpo no la veía ni cuadrada. De repende apareció Cosmo y desvió la
pelota para que el gordo quedara en posición de definir en el área contraria,
quedó al borde del tiro de penal. El gordo gritó: “gol gana” y pateó tan mal
que la pelota se fue para el lateral. Todos los del equipo de de Liberación Asistencialista
se reían, inclusive Paquito sin saber por qué, pero de repente Cosmo volvió a
desviar la pelota a tal punto que cuando se acordaron golpeó el puesto de
diario. Después del silencio absoluto explotó la alegría, inclusive gritaron
gol los silenciosos. Paquito no se dio cuenta porque había ido a buscar otra
dosis. El viejo Tomé y toda la ranchada alzaron al gordo Firpo que aferraba la
camiseta de Atlanta y le daba besos. Lo bajaron rápido por peligro de derrumbe
inminente. Cosmo aprovechó y se metió en la olla cuando Bordolino saludaba a uno
por uno a los perdedores del equipo de Liberación Asistencialista. Marciano,
Maku, Marino, Marlon y Merlino se fueron peleándose entre ellos y nadie les
hizo caso cuando reclamaron reanudar el partido, era la hora de descorchar
(cortar el pico del tetra). la ranchada se había dispuesto a festejar.
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