lunes, 1 de abril de 2013

4. El sindicato de los garcas que no pide aumento y el sindicato de los asistentes sociales de los profesionales que pide aumento



 (Más precisamente llamados asistentes sociales por su colaboracionismo práctico a los políticos del Opus Dei. Inofensivos a la hora de criticar y con una vocación profesional desmedida para hacer el bien. Además cabe indicar el rescate del nombre “profesionales” estaba patentado por las prostitutas del barrio de Constitución.)

            Sonó el teléfono. El himno de la alegría retumbaba en todo el monoambiente con la distorsión de “Violadores”. Firpo corrió y levantó el tubo, era Elvio Pilato (el gordo siempre se lo confundía con Adolfo, hasta sospechaba que era la misma persona pero que, cambiando el tono de voz, confundía al gordo tirándose la pelota para ver quien le pagaba.) Ey gordo muy bien!, te despachaste a varios del gremio zurdo, pero me vas a pagar de una vez? Ah… en primer lugar no me llamo gordo, me llamo Pipino!. Pero claro, ahora tenés que fletar a las guachas de las asistentes sociales que reclaman ser llamadas trabajadoras sociales, te explico: el sindicato de los garcas está preocupado por el pedido de cambio de categoría de los asistentes sociales, porque estas dóciles quieren que se les cambie el nombre de asistentes social a trabajadoras social y que les paguen más. Sí, dijo el gordo, todo bien, pero me vas a pagar que tengo que ponerme al día con la pensión?, pero claro gordo! cómo no te lo dijo Adolfo? Andá al cruce de avenidas de Cid Campeador que ahí va a estar el diablo Tombo, él es que tiene la guita, pero antes tenés que despachar a toda la lista de asistentes sociales que te voy a pasar ahora, después te llevás toda la tarasca junta.
            Al día siguiente, el gordo Firpo fue asustando a una por una a las líderes de las asistentes sociales y cumpliendo con la lista que le había pasado Elvio. Asustar a las asistentes sociales era una tarea que disfrutaba muchísimo, hasta lo hubiera hecho gratis. A la tarde fue para el cruce del Cid Campeador. Pero para dónde carajo iban tantas avenidas juntas? De lejos vio al diablo Tombo apoyado en el tronco de un árbol justo en centro de la plazoleta del cruce de caminos. A medida que el gordo se acercaba la bruma crecía.
            Pero cuando llegó la que estaba apoyada en el árbol era su abuela. Gordo inservible qué hiciste con mi banco y con mi libro, si ni siquiera sabés leer ignorante!, hola abuela vengo a cobrar. Pero las cosas no son así, vos tenés que hacer las cosas bien nietito, alimentarte correctamente ¿llevás documentos? Tomá este sanguchito de milanesa. El gordo lo agarró y se lo llevó a su boca una y otra vez hasta morderse un dedo. Cuando la bruma aumentó el diablo Tombo con cara de abuela desapareció. El gordo Firpo caminó por la Avenida Gaona siguiendo su marcha y tratando de recordar la melodía, no había caso, ahora sí se la había olvidado y el loro Abelardo ya no estaba en este mundo para recordar lo que seguramente hubiera sido un corte de difusión.


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