El
gordo Firpo volvió a la pensión en puntitas de pie y cuando llegó a su habitación
estaba bloqueada. ¡Cosmo!, el pobrecito había quedado adentro. El gordo fue
enfurecido a la recepción, lo agarraría del cogote al viejo Arturo. Cuando
llegó a la puerta leyó el cartel: DOGOR FLETÁ DE ACÁ PORQUE LLAMO A LA
NACA. Qué podía hacer?, ir al cruce a pedir
algo de dinero para pagar la pensión y que su abuela con cabeza de diablo Tombo
lo cague a pedos?. Caminó por una avenida sin nombre hasta llegar al cruce de
Cid Campeador. Cosmo! Lo vio en la copa de un árbol y le gritó haciendo señas
para que se acercara pero el animalejo lo seguía saltando en la altura de árbol
en árbol.
Cuando
llegó al cruce de Cid Campeador estaba el diablo Tombo con el rostro de la abuela
y comenzó el sermón: la asistencia social la creó Dios a través de la CIA para controlar, la idea es
mantener dócil al pobre. Luego le señaló hacia un costado y cuando el gordo
Firpo retornó para preguntarle sobre Dios vio que junto al sanguchito de
milanesa había un celular que sonaba. El gordo lo atiendió y se escuchó la voz
de Adolfo:
Hay
que investigar al palomero que vive debajo del puente de la calle Combate de
los pozos, hay peligro inminente de que las palomas caguen en la cabeza de nuestros
honorables políticos corruptos, son lo que tenemos y hay que cuidarlos. Hay muy
buena paga, después hablaremos de esto y cerraremos detalles. Si realmente hay
palomas no dudes en despachar a ese siniestro personaje a la noche, aprovechá cuando
se levanta esa bruma impúdica. Cortó.
Estaba
oscureciendo y el gordo agarró una de las avenidas del cruce de Cid Campeador y
en menos de dos minutos llegó al sitio donde debía ajusticiar al subersivo. Lo
observó a unos cincuenta metros y desenfundó su faca, a los vagabundo no
alcanzaba con asustarlos como a los asistentes sociales. Se acercó y vio cómo el
hombre le daba pan rayado y acariciaba a una de sus palomas. El gordo Firpo se
acordó de la buena onda del loro Abelardo, cuando le recordaba las canciones
olvidadas y cuando lo acompañaba imitando alguna batería o si le salía algún
bajo armónico. El gordo guardó la faca y se hechó a andar. Ya era de noche y
tenía sueño se tiró debajo del asiento de una plazoleta cercana.
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