El caso
de Roberto es un caso testigo para detallar la impericia del estado en el campo
de contención y asistencia a una persona que perdió la mayoría de los derechos
humanos. Muchos se llenan la boca hablando de derechos humanos, tocando el
bombo por reivindicaciones, haciendo alardes de altos presupuestos y eficiencia
política, rasgándose sus vestiduras por seguridad. Pero son muy pocos lo que
hacen introspectiva ante situaciones cotidianas que están frente a nuestros
ojos y no podemos o no sabemos decodificarlas.
Esta actitud de no poder decodificar
abarca a los elementos que conformar al estado, desde la cúpula política hasta
el operador social de calle, pasando por ONG o centros de contención. El caso
Roberto se disemina en todas las avenidas y calles de la ciudad de Baires,
Roberto hay por donde uno mire. Personas que sufrieron una fuerte pérdida personal
y se fueron a pique, no tuvieron la contención burguesa que uno esgrime como son
las pastillas recetadas, los amigos, la familia, la escritura o el psicoanálisis.
Los Roberto carecen ampliamente de estas herramientas pequeñoburguesas y ante
una ausencia que no tiene contención se van derecho a bancarrota. A esto hay
que agregarle la carencia económica, la falta de trabajo, la ignominia de
terceros y el colapso llega rápidamente.
El caso del pajarero es interesante
porque no se dejó llevar por el vino, ni las drogas o la delincuencia, Roberto
encontró una pronta y mera actividad en cuidar palomas heridas y desde esa
posición reivindicar el valor de la vida y darle sentido a la ausencia. “se
engancho con ese mambo” diríamos en el barrio. Si se le pregunta a un psicólogo diría “es un paciente psiquiátrico
“y cortaría el polvo con esa aglutinada y superficial frase. Un psicólogo
social nos diría “bueno habría que ponerlo con un grupo, sociabilizarlo y
llevarle un chupetín cada vez que lo vemos”. Un trabajador social diría “le
hago un informe social, le pago el bondi y lo acompaño a la subsecretaria y me
quedo con él hasta que me atienda dios”. Un supervisor diría “fijate que podes
hacer que yo mañana y pasado no vengo a laburar”. Alguien con mas jerarquía nos
diría “che que buen laburo que hacen, dejame los datos de Roberto y pasa por
personal que estas despedido porque hay una restructuración del programa”.
Con estas frases lo que quiero
sintetizar es la inoperancia. No es una inoperancia de voluntad propia, sino una
inoperancia que decanta la misma situación de trabajar a renglón con los libros
y las políticas oficiales. De esto hablo cuando uno o unas no pueden
decodificar lo que tiene al frente de sus ojos. No lo pueden decodificar por el
hecho tan simple como es que ya son parte del discurso paradigmático que impone
el estado ante estos casos. Roberto hace diez años que está en calle, una
década exacta. Tiene un sueño y es darle cobijo y alimento a las palomas
heridas, ni más ni menos que eso. No está pidiendo ser el faraón de la dinastía
XXIII o ser el ungido que viene de redentor. Pide que se le cumpla la sombra de
un sueño y le den una mano en su proyecto, solitario amor y proyecto. Pero
proyecto al fin. Si el estado con sus líderes y lame botas no puede solucionar
dicha problemática, qué queda para el pibe medio muerto que se da con paco en
AV Alcorta , qué queda para el borracho de vino blanco que anochece en plazas
primero de mayo, qué queda para el tuberculoso de plaza Roma o qué queda para
el pibe que mete faca y pecho en Palermo .
La ciudad de buenos aires en el año
2012 ejecutó un presupuesto de 32.705 millones de
pesos de los cuales el 65 por ciento fue para desarrollo social y obras
públicas (obras públicas el 22 por ciento). Estamos hablando de casi 12 palos
para asistencia social! Donde esta esa guita? Hoy a la tarde, antes de escribir
estas líneas para Nómades, fui a rastrear el camino de los subsidios (690) encontré
rastros de la plata. Esos 690 no están declarados. Busqué datos en internet y
estuve leyendo algunas pautas legales de presupuesto y no existen y lo peor, no
hay ley que avale su publicación. El estado acá empieza a hacer agua, en el
negar datos a los ciudadano. Seguí indagando sobre el caso Roberto y quise
saber cuánto gana un director o subdirector del área de desarrollo social, la
cifra supera los 30.000 pesos como mínimo, quise indagar y saber cuánto gana
una persona de planta del BAP ( esos que tanto defiende la camiseta laboral) entre
4.500 y 5550 pesos y ni hablar de los compañeros contratados tan solo 3000
pesos ¡!... no hay palabras . Me dedique a sumar y sumar, pero no llegaba a los
12 palos del presupuesto.
En la ciudad no hay un hospital público para perros, gatos o palomas, no
existe. Cuanto puede costar montar un dispositivo de ese estilo y darle laburo
a gente como Roberto? Investigo y la
cifra no llega a 500.000 pesos. Muchos me dirán “mirá en lo que te fijas
habiendo tantos problemas” y les respondo; si no se puede solucionar un simple
problema como el de Roberto, vuelvo a lo mismo, que hay para los problemas más
complejos?
Un estudiante de psicología o uno de
trabajo social, le cuesta al estado alrededor de 60.000 pesos. Para qué se
invierte si no dan respuesta ante estas problemáticas? Y piensan en un egoísmo
de puta madre cuando emprenden quijotadas contra el establichment político. Si
no se empieza con la lucha de base es difícil armar la ofensiva final. Aguantar
a un subdirector de área le sale a la sociedad arriba de 300.000 por año. Para qué? si es un
incompetente de buena sepa .
La respuesta que se le da a Roberto por parte del estado está dada en
tres secciones. La primera es la visita que tiene un trabajador social en derivado del mismo (léase psicólogos
social) que lo contiene (de hecho Roberto está agradecido por el esfuerzo de
los compañeros que se la juegan todos los días en la calle por tres mangos). La
segunda respuesta es la maquina amansadora y trituradora de la burocracia
estatal que lo para con uno NO. Y en tercera opción y por último, es mandarle a
la fuerza de seguridad con un camión de basura y un patrullero para reventarles
las palomas cuando él no está.
Pero la acción no es “reventarle las
palomas”; la acción en si es reventarle la vida , es decirle “ flaco, me cago
de risa de lo tuyo y me rompe la bolas ir a verte todos los días por tres
mangos y me rompe las bolas que me traigan este informe social con un paciente
psiquiátrico “. En síntesis, la idea es negarlo y mantenerlo en un limbo hasta
que se desgaste y muera de pena y una y otra vez muera de pena.
En alguna que otra agarrada que tuve
con gente detestable del ministerio de desarrollo social, me han llamado cínico
(que lo soy) y hijo de un gran puta (que
lo soy pero mi madre cobraba barato). Pero más cínico e hijo de puta es ser
parte de una maquinaria que deja a los Roberto morir de pena y ser cómplice de
la muerte de lo único que tiene como cable a tierra. Entonces, quién es más
cínico? ; un boludo que escribe o uno y unas que trafican ladrillos, se comen
la guita del presupuesto, se cagan en los informes sociales, se limpian el orto
con los contratos o marchan en post de un aumento invisible.
A veces la lejanía que da un
despido aprendo que la elección de nómades no estuvo equivocada , por lo menos soy
un cínico e hijo de puta pero no soy parte del mecanismo asesino de matar gente
de a poco, trato de buscar otra mirada, de buscar otra crítica, soy partidario
de vivir (como dice el catalán). Es evidente que hasta que no me demuestren
resultados consistentes no podré evitar en catalogar a los miembros de BAP;
psicólogos sociales, trabajadores sociales, directores, sub directores, gente
de planta, choferes, psicólogos y autoridades como parásitos y que son parte de
una torta de mierda; que no tienen interés en buscar soluciones, tan solo tiene
interés en aparecer en primer plana
tocando el bombo, haciendo bien el trabajo o apoyando un programa de cuarta.
Parásitos!
Despierten! es hora de aprender a ver!
Bengala
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