domingo, 2 de septiembre de 2012

La palabra cansa y libera


                                             “Dios nos tiene bronca, la prueba: nos condenó al lenguaje”

La palabra daña con el residuo de su polisemia. Por cada enunciado hay infinidades que se pierden como la electricidad en el agua y se estancan en la memoria.
El monólogo interior es la restauración del sistema, es la multiplicidad de sentidos inabarcables. Es la infinidad alienada.
Compartir la palabra. El escritor escupe en el teclado. La palabra media entre lo dicho y la intención, y entre la recepción y la comprensión. El entrevistador comparte su lengua con la audiencia. El diálogo permite conducir el torrente del pesar, puliendo el residuo, saltando el abismo que existe entre el sentir y el lenguaje.

Grupo Nómades











No hay comentarios:

Publicar un comentario