Los lobos muestran ternura a morder.
(Capítulo I)
Habría que ver si mañana es otro día,
quizás para los que siguen inmersos en la rutina tediosa y espiralada de dar su
brazo a torcer, sería algo así como lo mismo, como lo mismo, tal vez se
preparen para el dios proveerá. Pero aún no lo sabemos. Tampoco sabemos muy
bien las cosas que suceden detrás de ciertos tiempos. El tiempo es una creación
del hombre, una herramienta cultural de adoctrinamiento y a la vez de rectitud.
Pero existe otro tiempo, un tiempo armado de lo abstracto de aquella esencia
fantasmagórica que suele abrazar de punta a punta a los procesos. A ese tiempo
le quiero dedicar este cambalache de palabras.
Fines del termidor (capítulo II)
Una estela de ausencia se precipitó
en la tierra, casi no hizo ruido y falló en su diana. Era el Ángel de la reincorporación que había
caído sobre el empedrado espartano del barrio de Barracas. Quedó aplastado
sobre las piedras centenarias, inmóvil, con las arterias repletas de veneno y
con las manos que aun creían en los milagros. En la esquina estaban las
perezosas: la Vella sense dents
y su amiga de calzon la Grossa Matarazzo. Al ver caer
esa estela las dos se miraron y pensaron lo mismo “cayó un ángel, el ángel esperado de la reincorporación“.
La lucha del proceso Wow había sido
tediosa, densa, los espíritus combativos se habían asociado (cuando el Termidor
agonizaba) en la sociedad Anem caminant, acadèmic es respira. Se debatía las
condiciones de trabajo, se leía los cristos de los pensadores decimonónicos, se
rasgaban las vestiduras en posibles luchas cuerpo a cuerpo. Pero estos ideales
se realizaban siempre dentro del marco de las leyes del estado Tatadiós, eran patriotas petiteros del
intelecto que siempre estaban a la disposición del Tatadiós. Cuando pegaba dos gritos la Anem caminant, acadèmic es respira se erguía y salida a la ayuda
interminables de los caminantes urbanos; esos desechos del liberalismo
arrastrados por el hambre de cazar, deshilachados hasta los huesos por las
promesas baratas del Tatadiós. La sociedad era variopinta en su compleja
estructura, pero había esbirros, aquellos que manejaban el núcleo duro de la Anem caminant, acadèmic es respira. Ellos se denominaban els adolescents. Su ideal era la Frida calo amnte, la unica postura era
masturbarse con Trosky mientras. Pero ahí estaban luchando tanto el Núcleo duro como la Anem caminant, acadèmic es respira por el Ángel de la
reincorporación que algún día iba a llegar y llegó. Pero su rosa de los vientos
estaba mal calibrado y el Ángel estaba borracho. Había salido de copas la noche
anterior y la mañana lo sorprendió guardando faso en el armario junto a una
prostituta de esas, de la trata que con su útero chorreado de leche le decía
adiós, hasta luego corazón.
En ese estado calamitoso se nos fue
el Ángel y así termino, resacoso sobre el empedrado y ahí estaba las dos en la
esquina. Justo ellas lo vieron caer. Justo ellas se acercaron y justo ellas
llamaron a los que tenían que llamar.
Quiénes somos. (Capítulo III)
La Grossa Fideu , no lo dudó y llamó al mercenario de el Gal roamnizadoo. Se hizo presente con su discreto uniforme y montado en su ego dio la
orden de tírale la red, maniatarlo y llevadlo al depósito sindical. La patria
perezosa hizo caso y lo llevaron al depósito sindical. Muy amablemente lo
recibió la patota a cargo de Coco el
amoroso y junto al Gran manya de
los manyas el Kuka monga dance. Lo
entrevistaron. La resaca del Ángel era demasiado para soportar lo interrogantes.
Entonces le pidieron que exprese su arte de reincorporación en una hoja y él de
manera desencajada dibujo al Manquito sin
banquito. El manquito sin banquito
era un personaje odiado por todos pero respetados por todos, que renegaba de
conchas cercanas pero las lamia a la hora de almorzar, que sometía con su
presencia a la tropa de la aristocracia y a la gentry del intelecto. Todos prometían no volver pero nadie lo
intentaba. Ni siquiera el Núcleo duro
o el ala más pasiva de a Anem caminant, acadèmic es respira. ¿Por qué lo respetaban en el círculo del ojo del huracán del odio?
Por las migajas lo respetaban, no había otra opción. Las migajas de los
caminantes son las vidas mismas. Sin caminantes no hay migajas, sin migajas no
hay nada... esta solo el vacío, es ir contra uno mismo, sin propios de
consolación, sin decir suficiente. Ahí es donde recae el poder del Manquito sin banquito más bien llamado
el Manxol.
El dibujo dolió por de más. Todos se
miraron, sin comprender como un desahuciado y borracho Ángel había realizado
semejante obra de tal tono hereje. Le faltaba el respeto al mismísimo el Manxol. El primero en levantar el
teléfono y a las ordenes del Tatadiós
fue el Gal roamnizadoo. Informó de la situación al mismísimo el Manxol. Aturdido y desesperado se hizo presente en el depósito
sindical.
Mientras la noticia de la abrupta
llegada del Ángel y su secuestro llegó a oídos de la sociedad Anem caminant, acadèmic es respira. Inmediatamente se llamó a una asamblea extraordinaria. Todos se hicieron
presentes con su disfraces; damas del siglo dieciocho, soldados griegos,
bonapartistas, espartanos de termopilas, viejos brujos, hadas madrinas sin
ahijadas, Borges, disfraces de Perón e Illia, entre otros. Todos amontonados en
una habitación quemando su intelecto de manera despiadada para ver cómo
solucionar esta terrible escena que era no tener entre nosotros a la salvación
de la lucha del ocaso del termidor, no tener en la lucha la salvación del
triunfo. Entre los disfraces, el humo y la buena onda estaba calzón con calzón la Grossa Fideu y la Vella sense dents. Ambas mantenían la seriedad y el compromiso, nadie sospechaba que
ellas eran lo que son. Entre mate y mate, entre risa y discusión ellas salían a
tomar un poco de nicotina y empezaban a comunicarse con su nexo celestial una
tal Ñoqui espantat. El Ñoqui espantat tenía miedo, siempre
tenía miedo. Su terror era trabajar más de dos horas y si el Ángel salía de
donde estaba ella estaría marcada. Sin dudarlo la orden estaba dada para ese
momento. Era cuestión de tiempo, pero el fin se precipitaba de manera
inexorable.
La asamblea del año XIII e Ismael. (Capítulo
IV)
La asamblea terminó donde
comienza la ruta de la demonia, donde la necesidad empieza a apretar y cuando
en el atardecer más triste es la luz. ¿Pero qué hacemos con el Ángel de la reincorporación?, preguntó
uno por ahí disfrazado de bonapartista y la respuesta fue unánime “no tiene que
temer los lobos muestra ternura al morder. Todo va a ir bien y que nos vaya
bien”. Adiós.
Brindaron entre disfraces y caretas, entre buena
onda y humo, entre aprobarse nuestra fe y morder. Se retiraron de la asamblea y
unos pasquines de bajo precio salieron a la calle pegados por los vendedores de
teléfonos celulares venidos a menos que se agrupaba en el Gheto de ATEos. Todos fueron felices y comieron pizza y moscato, a
seguir con lo mismo, con la misma incertidumbre. Adiós amor que nos vaya bien.
Mientras
tanto, el Ángel de la reincorporación
pensaba en su gran religión y la parrilla se preparaba a fuego lento; con
carbón y a media altura esperaba el cuerpo del ángel. El gran kuka monga dancing le dio un beso en la frente al Ángel. El Ángel de la reincorporación estaba
atado mientras la parrilla chorreaba grasa. El Gal roamnizadoo contando sus hazañas de
puñetero y también estaban en calzon y calzon la Grossa fideu y la Vella sense dents
mirándole el bulto a el Manxol.
Mientras en un rincón el Ñoqui espantat estaba fumando su primer porro. Todos esperando el
gran banquete, a saborear al Ángel de la
reincorporación.
Pero siempre hay algo
para luchar mas allá de los disfraces y las caretas, más allá de lo peor que
comerse a un Ángel, más allá de un grupo de caníbales siempre hay una
esperanza. Lo único que se puede defender en este mundo es a un gato. Justo ese
gato que siempre ha estado olfateado a las calzoneras,
al Ñoque, al Galo romanizado. Olfateo a los de la Anem caminant, acadèmic es respira y también olfateo a el Núcleo
duro.
El gato sabe más que nosotros porque tienen la llave que permite sentir el
acceso a la vida y a la muerte; lo que fue y lo que es. Ismael sabía dónde estaba la mierda de la traición, donde estaba la
confesión de lo peor de la negrura de la indiferencia. Ismael esperó a que todos estuvieran en la mesa y de manera
sigilosa ingresó por la medianera. De forma sagaz meo los ojos de los
invitados. el Manxol, no podía parar de gritar y con el muñón intentaba
sacarse el meo, el orín había penetrado en su mano muerta . El Gal roamnizadoo intentó sacar su espada pero fue inútil la cegara era total, el Ñoqui
espantat quiso huir pero Ismael se le prendió de la yugular, la
puso de rodillas y le dio muerte. La Vella sense dents y la Grossa fideu no veían absolutamente nada y cayeron a la parrilla, gritaban y
escupían sangre pero el carbón y el fuego las dilataba dándoles una muerte
digna. El gato Ismael tomó al Ángel de la reincorporación entre sus
garras y lo liberó. Miro fijamente su cara y el Ángel quedo paralizado. Intentó contestar sus errores, pero el gato
huyo saltando la medianera por donde había entrado. El Ángel se retiró. Miró la hora y había un poco de tiempo para volver
al útero que le dijo adiós en aquel departamento privado de las tratas. Se
sentía tan bien que podía tocar el silencio y morderlo.
Bengala.
La asamblea del año XIII e Ismael. (Capítulo
IV)
La asamblea terminó donde
comienza la ruta de la demonia, donde la necesidad empieza a apretar y cuando
en el atardecer más triste es la luz. ¿Pero qué hacemos con el Ángel de la reincorporación?, preguntó
uno por ahí disfrazado de bonapartista y la respuesta fue unánime “no tiene que
temer los lobos muestra ternura al morder. Todo va a ir bien y que nos vaya
bien”. Adiós.
Brindaron entre disfraces y caretas, entre buena
onda y humo, entre aprobarse nuestra fe y morder. Se retiraron de la asamblea y
unos pasquines de bajo precio salieron a la calle pegados por los vendedores de
teléfonos celulares venidos a menos que se agrupaba en el Gheto de ATEos. Todos fueron felices y comieron pizza y moscato, a
seguir con lo mismo, con la misma incertidumbre. Adiós amor que nos vaya bien.
Mientras
tanto, el Ángel de la reincorporación
pensaba en su gran religión y la parrilla se preparaba a fuego lento; con
carbón y a media altura esperaba el cuerpo del ángel. El gran kuka monga dancing le dio un beso en la frente al Ángel. El Ángel de la reincorporación estaba
atado mientras la parrilla chorreaba grasa. El Gal roamnizadoo contando sus hazañas de
puñetero y también estaban en calzon y calzon la Grossa fideu y la Vella sense dents
mirándole el bulto a el Manxol.
Mientras en un rincón el Ñoqui espantat estaba fumando su primer porro. Todos esperando el
gran banquete, a saborear al Ángel de la
reincorporación.
Pero siempre hay algo
para luchar mas allá de los disfraces y las caretas, más allá de lo peor que
comerse a un Ángel, más allá de un grupo de caníbales siempre hay una
esperanza. Lo único que se puede defender en este mundo es a un gato. Justo ese
gato que siempre ha estado olfateado a las calzoneras,
al Ñoque, al Galo romanizado. Olfateo a los de la Anem caminant, acadèmic es respira y también olfateo a el Núcleo
duro.
El gato sabe más que nosotros porque tienen la llave que permite sentir el
acceso a la vida y a la muerte; lo que fue y lo que es. Ismael sabía dónde estaba la mierda de la traición, donde estaba la
confesión de lo peor de la negrura de la indiferencia. Ismael esperó a que todos estuvieran en la mesa y de manera
sigilosa ingresó por la medianera. De forma sagaz meo los ojos de los
invitados. el Manxol, no podía parar de gritar y con el muñón intentaba
sacarse el meo, el orín había penetrado en su mano muerta . El Gal roamnizadoo intentó sacar su espada pero fue inútil la cegara era total, el Ñoqui
espantat quiso huir pero Ismael se le prendió de la yugular, la
puso de rodillas y le dio muerte. La Vella sense dents y la Grossa fideu no veían absolutamente nada y cayeron a la parrilla, gritaban y
escupían sangre pero el carbón y el fuego las dilataba dándoles una muerte
digna. El gato Ismael tomó al Ángel de la reincorporación entre sus
garras y lo liberó. Miro fijamente su cara y el Ángel quedo paralizado. Intentó contestar sus errores, pero el gato
huyo saltando la medianera por donde había entrado. El Ángel se retiró. Miró la hora y había un poco de tiempo para volver
al útero que le dijo adiós en aquel departamento privado de las tratas. Se
sentía tan bien que podía tocar el silencio y morderlo.
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