viernes, 1 de marzo de 2013

Instrucciones para acceder al BAP (108)


           Usted debe ser pobre y si no lo es apresúrese a serlo. En tal caso si su pobreza no llega al extremo necesario para ser dignificado por el programa Buenos Aires Presente (BAP) deberá construir las condiciones reales de padecimiento y sino al menos simularlas. Relájese y siéntase tranquilo que cumpliendo con los requisitos que aquí le nombraremos podrá ingresar como beneficiario al programa BAP. Ahora sí prepárese porque le brindaremos unos saludables consejos para ser todo un miserable. Algunas claves para lucir como un excelente pordiosero y así podrá ser un exitoso acreedor de políticas públicas.
            Si usted es pobre pero no tiene aspecto de estar en situación de calle desgaje su ropa. Pero si la falta de recambio de vestimenta es un inconveniente para usted y su familia por lo menos ensúciela. Por sobre todo, tenga a saber que en primer lugar el operador social municipal fijará sus ojos en el calzado ajeno. Póngase en patas que tendrá ganada la discusión de si usted es o no pobre.
            En cuanto al domicilio no se olvide que es un requisito haber residido por lo menos dos años en la Ciudad de Buenos Aires para acceder al subsidio habitacional. Por ejemplo si usted se crió en Morón diga que jugaba a la pelota en el portón de la Biblioteca del Congreso. Y si usted nació en el Hospital Evita de Lanús y luego tuvo la mala suerte de mudarse al partido de Avellaneda diga directamente que de chiquito salía a mendigar por la calle Avellaneda, los días sábados a la mañana, ahí donde se concentra un mundo de hormiguitas humanas buscando las mejores ofertas del barrio de Flores.
            Enséñeles a sus hijos que deben decir la palabra “hambre” para que cuando llegue la camioneta de la asistencia social, suene y resuene en el oído del operador municipal este concepto mágico. Si sufre de hambre, mejor, pero caso contrario tenga en cuenta que no hace falta que padezcan el hambre para nombrarlo, pero que si sus hijos no dicen la palabra clave, quíteles el plato de comida como sanción. El gran filántropo Juan Carr nos instruye en el tema y nos dice que su asociación civil baja el hambre en un gran porcentaje en la Argentina. Todos sabemos que además de su voluntad caritativa cobra cuantiosas sumas por la venta de su imagen a la clase media alta, aquella que puede realizar donaciones sin que quiebre su economía y a cambio lograr conciliar el preciado sueño en las calurosas noches de verano. Además que el señor Carr tampoco descarta los bondadosos y abundantes presupuestos del Estado, y es por este motivo, que lo importante es saber que diciendo la palabra hambre, un pobre pasa de la indiferencia a ser objeto de intervención municipal.
            Usted debe saberse estadística. Su presencia en el programa es bienvenida. Aumenta las cifras y pasa a ser un sujeto útil. Un número necesario para desarrollar políticas públicas. Su cuerpo inútil y estropeado se convierte en un objeto deseado a tratar por encuestadores y trabajadores sociales. A los planificadores y especialistas habilitados se les cae la baba cuando ven a un grupo de pobres en la fila de una oficina municipal para cobrar un “Ticket Social” (programa de chequera de alimentos donde se canjea un vale por comida en los supermercados). Imagínense si un pobre es útil ¡cuánto serán muchos!
            Si usted es considerado pobre debe alegrarse por lograr ser una derivación. Tramitará el documento gratis y se ahorrará treinta y cinco pesos, digamos que tres cervezas en el chino. Nada hay que despreciar. También lo pueden derivar a la concha de su madre pero disfrute porque sepa que siempre va a ser ¡gratis!
            Usted debe rezar por ser un informe social. La sensación (cuenta la leyenda) es similar al orgasmo. Siga el ejemplo que hubo muchas personas en situación de calle que hasta se divirtieron cuando le preguntaban el máximo de nivel educativo alcanzado. La gente suele deleitarse cuando le preguntan cuánto ganan al mes y, después de un guiño de ojo, el amistoso operador social anota trecientos cincuenta, ciento cincuenta pesos menos que la cruda realidad de su bolsillo. Y le repite al asistido que tiene que ser pobre porque sino no puede ser beneficiario de ningún plan social. Sepa que si usted gana quinientos pesos pasa a ser clase media porque puede comprar diez cervezas más que el que gana trecientos cincuenta. En donde dice “oficio” diga al operador de calle que anote: cartonero, changarín o ninguno. Eso si que es ser un buen pobre, o exija que le anoten lo que le corresponde: oficio-ninguno. Y en la casilla que dice “salud” usted debe poner que está hecho mierda, que no sirve para un carajo y que se está por morir. Esto último gusta más a los burócratas de la oficina de Pavón y Entre Ríos (Ubicación del edificio donde se encuentra la oficina evaluadora de la municipalidad) porque además puede acceder a alguna pensión por discapacidad si es que usted además está resignado y dispuesto a que lo basuree una junta médica, para tramitar en un par de años por lo que usted padece en ese momento.
            Y no sabe la mejora que se siente ser un Informe Social firmado por un trabajador social con matrícula cuando pasa a ser seguimiento del mismo. Usted se relaja porque deja de ser la persona que sufre para ser un rotulo diagnosticado en proceso de mejora. Todo un sentimiento de alivio.
            Después de este primer manual de consejos usted estará habilitado para llamar al 108. Sepa que no va a ir nadie, pero no se preocupe porque ¡es gratis!, aproveche usted que es pobre, porque nadie le va a negar a que llame y lo atiendan como a un vecino. Claro que sí señor o señora, usted es parte del presupuesto del Ministerio de Desarrollo Social. Se lo considera pagándole el sueldo a un operador telefónico que debe soportar su falta de vocabulario.
            Ya sabe como comenzar a exigir ser un asistido pero para que no le falte ningún truco o artilugio de engañar a los insistentes e inquisitivos operadores sociales siga mensualmente este boletín didáctico de tandas instructivas de cómo es mejor ser una persona en situación de calle.


                                                                                              El Rufián


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