Luego de los
hechos sucedidos el 1 de noviembre y que tuvieron como protagonistas al gremio
de SUTECBA, me volvieron ciertas imágenes que de vez en cuando suelen acudir mi
memoria. Una de aquellas imágenes es de la película: “Los traidores”. Sin
dudarlo la volví a ver para buscar un nexo, algún cordón umbilical sobre la
situación que vivieron los ex compañeros del BAP. De más esta decir que miles
de cordones unen la ficción de Glayzer con los hechos acontecidos en el Rawson.
Esto lleva a manejar la hipótesis que estas acciones no se diferencian
demasiado del pasado o sea, nunca existió un crack en el proceso del
sindicalismo burocrático. Siembre un gobierno de turno donde su accionar fue
semejante. No hay que ser muy idiota para darse cuenta que las figuras repetidas
que gobiernas estos sindicatos son siempre las mismas, su poder no es mágico,
es más bien real y tiene su asidero en una plataforma de escasa masa crítica,
dominada por la coerción cotidiana del abuso y el clientelismo apañado por el
padrino de turno que se hace al trono.
Cuando decidí hacer “Prostitutas
sindicales”, en la creación de la ficción, nunca se pasó por mi cabeza una
patota armada dentro de los cuentos. Es evidente que la realidad superó la
ficción. Lamentablemente fue así. Cuando di a conocer la futura publicación de
prostitutas, algunas voces se alzaron en contra mía de manera agonizante, se
victimizaban de forma papal y virginisante. Sabía muy bien que eran las voces
de la culpa, de la mentira constante que picanean la conciencia. Tanto estos
esbirros/as que tienen nombre y apellido, como los Petiteros patoteros que
sacan chapa apurando a mujeres y hombres desarmados, son parte directa de una
misma rueda de clientelismo y accionar sindical que deriva en la monopolización
de las vidas de los trabajadores precarizados. Esta acción de violencia, por
parte de estos hijos de remil puta, me da pie para justificar la aparición de
la saga “Prostitutas sindicales”. Podré mantener diferencias agudas con la
forma de lucha que tomaron mis ex compañeros y de hecho retiré el pedido de mi
propia reincorporación, y también me retiré de la lucha activa de marchas y
asambleas por el simple motivo que no creo en las marchas ni en las asambleas,
ni tampoco en los vende humos de otros sindicatos. Prefiero seguir desde la
trinchera de Nómades, utilizando la
palabra como herramienta virolenta. Por ahora utilizo esta trinchera, pero si
el espiral de violencia continúa en alza, tomaré otras herramientas.
Se me critica que escribo desde
el odio y que hay cierto veneno que convive con mi locura. Estas críticas son
reales. Pero también es real que ese veneno fue suministrado por personas como
Las prostitutas sindicales, El Teletubi, El Manco Chof, El Galo Romanizado, La
víbora con patas de garra y algunos
personajes más que aun conviven en el mundo BAP. Lamentablemente soy un tipo
rencoroso, molesto y mal llevado. Cuando me suceden este tipo de cosas (y las
dejo que sucedan), ser manoseado por intereses adolescentes, ser sobrepasado
por burocracias sindicales, ser engañado por conspiraciones que apuntan a
carteles que no son de mi autoría (y realizados por la misma gente que
argumentó mi nombre a la hora de hacer la lista), es aquí donde no me pongo
siempre de buen humor y me sobran los motivos para tener odio y veneno.
Bengala.
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