jueves, 8 de noviembre de 2012

De los traidores. (Si esos son peronistas el peronismo se puede ir bien a la reputa que los parió).


Luego de los hechos sucedidos el 1 de noviembre y que tuvieron como protagonistas al gremio de SUTECBA, me volvieron ciertas imágenes que de vez en cuando suelen acudir mi memoria. Una de aquellas imágenes es de la película: “Los traidores”. Sin dudarlo la volví a ver para buscar un nexo, algún cordón umbilical sobre la situación que vivieron los ex compañeros del BAP. De más esta decir que miles de cordones unen la ficción de Glayzer con los hechos acontecidos en el Rawson. Esto lleva a manejar la hipótesis que estas acciones no se diferencian demasiado del pasado o sea, nunca existió un crack en el proceso del sindicalismo burocrático. Siembre un gobierno de turno donde su accionar fue semejante. No hay que ser muy idiota para darse cuenta que las figuras repetidas que gobiernas estos sindicatos son siempre las mismas, su poder no es mágico, es más bien real y tiene su asidero en una plataforma de escasa masa crítica, dominada por la coerción cotidiana del abuso y el clientelismo apañado por el padrino de turno que se hace al trono.
                Cuando decidí hacer “Prostitutas sindicales”, en la creación de la ficción, nunca se pasó por mi cabeza una patota armada dentro de los cuentos. Es evidente que la realidad superó la ficción. Lamentablemente fue así. Cuando di a conocer la futura publicación de prostitutas, algunas voces se alzaron en contra mía de manera agonizante, se victimizaban de forma papal y virginisante. Sabía muy bien que eran las voces de la culpa, de la mentira constante que picanean la conciencia. Tanto estos esbirros/as que tienen nombre y apellido, como los Petiteros patoteros que sacan chapa apurando a mujeres y hombres desarmados, son parte directa de una misma rueda de clientelismo y accionar sindical que deriva en la monopolización de las vidas de los trabajadores precarizados. Esta acción de violencia, por parte de estos hijos de remil puta, me da pie para justificar la aparición de la saga “Prostitutas sindicales”. Podré mantener diferencias agudas con la forma de lucha que tomaron mis ex compañeros y de hecho retiré el pedido de mi propia reincorporación, y también me retiré de la lucha activa de marchas y asambleas por el simple motivo que no creo en las marchas ni en las asambleas, ni tampoco en los vende humos de otros sindicatos. Prefiero seguir desde la trinchera de Nómades,  utilizando la palabra como herramienta virolenta. Por ahora utilizo esta trinchera, pero si el espiral de violencia continúa en alza, tomaré otras herramientas.
                Se me critica que escribo desde el odio y que hay cierto veneno que convive con mi locura. Estas críticas son reales. Pero también es real que ese veneno fue suministrado por personas como Las prostitutas sindicales, El Teletubi, El Manco Chof, El Galo Romanizado, La víbora con patas de garra  y algunos personajes más que aun conviven en el mundo BAP. Lamentablemente soy un tipo rencoroso, molesto y mal llevado. Cuando me suceden este tipo de cosas (y las dejo que sucedan), ser manoseado por intereses adolescentes, ser sobrepasado por burocracias sindicales, ser engañado por conspiraciones que apuntan a carteles que no son de mi autoría (y realizados por la misma gente que argumentó mi nombre a la hora de hacer la lista), es aquí donde no me pongo siempre de buen humor y me sobran los motivos para tener odio y veneno.

Bengala. 


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