"Dedicado a Polo y a miguel ángel peralta".
Entrevistar es un poco mas complejo
de lo que uno imagina. La imaginación suele ser una proyección embustera de lo
que pretendemos, como un fantasma idealizado por los años de armazón que fueron
acondicionando nuestro ser. Lo primero que se me vino a la mente el lunes por
la mañana, cuando entreviste a Manu, fue el recuerdo de polo y del otro lado.
Mientras Agustín preparaba el equipo y la llovizna abrazaba a buenos aires, en
mi cabeza se cruzaba la imagen de polo de manera persistente. Estas entrevistas
son un homenaje a su voluntad y predica .Sabía muy bien que la primera palabra
era dedicada a aquel que me enseño a crecer de la forma mas didáctica que uno
puede entender al mundo “respetando lo que tiene valor”.
El valor como poder de intercambio y
la palabra conlleva un valor insuperable. Se puede dañar de manera irreparable
con una menuda frase. Cuando me senté frente a Manu supe que la devolución iba
a ser exactamente lo que imaginé, lo leía en sus ojos. Decidí respetar hasta el
último segundo su pensamiento, su posición política, su pasado que le daba una
identidad en este presente, su forma de expresarse. Respetar ante todo esa
voluntad de quien me abría su vida de manera grata y poderosa. Entrevistar en
la etapa del Monteagudo es un oasis entre tanta mierda post moderna de
respuestas rápidas y ahogadas de pensamiento hibrido , de reproches de rezo por
rosarios cuartados en la histeria ingrata de llevar la cruz ajena de desamores
y desobediencias.
Manu se presentó de manera rabiosa,
vehemente, repleto de energía. Todavía era un chico de la calle de los 80 donde
el chute y luego el sida y las balas y el desempleo diezmaron a parte grande de
una generación insolente y revolucionaria en acción y pensamiento. Veía en su
piel a un Miguel Abuelo en el Monteagudo a un pappo sin moto y guitarra; sentía
estar junto a un abuelo de la nada politizado y vivo. Estuvimos con Agustín escuchando las historias
de Manu que se explayaron en el tiempo por más de tres horas. Después de años
fui feliz un lunes por la mañana. Y siempre recordando a polo en cada
intervención, en cada silencio de radio y en cada suspiro que emocionaba el
ambiente de la entrevista.
Que emoción es dejar el rosario de
estupidez de lado e intentar aprender, aunque no salga del todo bien, aunque
después se olvide y pase a ser la charla de bar entre vinos, marihuana y
añoranza. El salto ya lo dimos ese lunes de lluvia, esperemos saber caer y
recordar los próximos años, cuando Manu no este, cuando nómades sea un recuerdo
lejano, cuando aprendamos a recordar las figuritas difíciles que algún día
supimos jugar a la marchanta, entre chute y desolación, entre cocaína y vino,
entre la ingrata experiencia de saber que la muerte es un camino inevitable de transitar.
Ojala en ese instante la suerte este de nuestro lado.
Sergio
José Gurzi
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