martes, 29 de mayo de 2012

Manu; el Miguel Abuelo del Monteagudo (Historias del Monteagudo etapa I)


                                        "Dedicado a Polo y a miguel ángel peralta".

           Entrevistar es un poco mas complejo de lo que uno imagina. La imaginación suele ser una proyección embustera de lo que pretendemos, como un fantasma idealizado por los años de armazón que fueron acondicionando nuestro ser. Lo primero que se me vino a la mente el lunes por la mañana, cuando entreviste a Manu, fue el recuerdo de polo y del otro lado. Mientras Agustín preparaba el equipo y la llovizna abrazaba a buenos aires, en mi cabeza se cruzaba la imagen de polo de manera persistente. Estas entrevistas son un homenaje a su voluntad y predica .Sabía muy bien que la primera palabra era dedicada a aquel que me enseño a crecer de la forma mas didáctica que uno puede entender al mundo “respetando lo que tiene valor”.
            El valor como poder de intercambio y la palabra conlleva un valor insuperable. Se puede dañar de manera irreparable con una menuda frase. Cuando me senté frente a Manu supe que la devolución iba a ser exactamente lo que imaginé, lo leía en sus ojos. Decidí respetar hasta el último segundo su pensamiento, su posición política, su pasado que le daba una identidad en este presente, su forma de expresarse. Respetar ante todo esa voluntad de quien me abría su vida de manera grata y poderosa. Entrevistar en la etapa del Monteagudo es un oasis entre tanta mierda post moderna de respuestas rápidas y ahogadas de pensamiento hibrido , de reproches de rezo por rosarios cuartados en la histeria ingrata de llevar la cruz ajena de desamores y desobediencias.
            Manu se presentó de manera rabiosa, vehemente, repleto de energía. Todavía era un chico de la calle de los 80 donde el chute y luego el sida y las balas y el desempleo diezmaron a parte grande de una generación insolente y revolucionaria en acción y pensamiento. Veía en su piel a un Miguel Abuelo en el Monteagudo a un pappo sin moto y guitarra; sentía estar junto a un abuelo de la nada politizado y vivo.  Estuvimos con Agustín escuchando las historias de Manu que se explayaron en el tiempo por más de tres horas. Después de años fui feliz un lunes por la mañana. Y siempre recordando a polo en cada intervención, en cada silencio de radio y en cada suspiro que emocionaba el ambiente de la entrevista.
            Que emoción es dejar el rosario de estupidez de lado e intentar aprender, aunque no salga del todo bien, aunque después se olvide y pase a ser la charla de bar entre vinos, marihuana y añoranza. El salto ya lo dimos ese lunes de lluvia, esperemos saber caer y recordar los próximos años, cuando Manu no este, cuando nómades sea un recuerdo lejano, cuando aprendamos a recordar las figuritas difíciles que algún día supimos jugar a la marchanta, entre chute y desolación, entre cocaína y vino, entre la ingrata experiencia de saber que la muerte es un camino inevitable de transitar. Ojala en ese instante la suerte este de nuestro lado.

                                                                                                                         Sergio José Gurzi  

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