Nadie se baña dos veces en el mismo
río, dijo Heráclito y cuánta razón tenía. El acercarse a las historias de vida
a través de entrevistas abiertas nos brinda la posibilidad de revolver el
estanque de la memoria y darnos cuenta que la experiencia se reconstruye con
cada discurso. Moralidades subterráneas que nacen desde el asfalto con cada
vida que por existir lucha con sus armas y por sobre todo con sus cuerpos,
aquellos que no se someten a la etiquetación perversa y mediocre de los
guardianes normalizadores de la rotulación. Somos distintos en el camino de la
búsqueda, en el barco que zarpa hacia alta mar, viendo gaviotas sobrevolarnos,
siendo nombrados con el peligro de la defecación aérea, perdiendo la palabra que
nos regala identidad, y no nombrándonos como exige la armadura de un batallador.
Que sea el verbo de Dios, el que busca bautizarnos de una vez y para siempre,
el que sea sepultado por nuestra voluntad de darnos un tiempo para el cambio,
despojándonos de las escrituras sagradas en ese fluir que renace en cada
oportunidad de nuestras pequeñas creaciones discursivas.
Agustín
Teglia
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