martes, 29 de mayo de 2012

Levántate


De tu palo soy hijo de tu cuero
(Chacarera del olvidao).

No dejo de sorprenderme, el día que lo haga será porque perdí la pelea con la indiferencia. No dejo de admirar la lucidez y la profundidad reflexiva. No dejo de envidiar una buena charla distendida y relajada, en la que el entrevistado y el entrevistador se visten de amigos. Se visten de nosotros mismos, en cualquier bar de cualquier barrio, con matices, con puntos de vista. Estuve ahí sin estar, opiné igual o distinto; me sonreí y enojé con ellos. Así es la filosofía de la calle cuando abarca temas latentes. Muchos nos duelen, otros nos divierten y, lo que es mejor aún, algunos pocos nos traen esperanzas, nos traen luces. Lo que no puede pasar jamás es que perdamos con la indiferencia.
La entrevista dejó palabras agudas desde una gran capacidad de análisis de Manu. Sutileza reflexiva en el despertar de la siesta. Volver después de un paréntesis. Llegué con olor a mierda, escupirá Manu. Perdí la dignidad. ¿Cómo se vuelve, si es que se vuelve?, pregunta que nos interpela. Volví hace dos años gracias al hogar Monteagudo. Fue como si me enseñaran a comer con cubiertos a los doce. Y él aprendió.
¿De qué nos habla Manu? ¿Qué nos cuenta? Desnuda su identidad, ni más ni menos, que es la nuestra. Soy clase 62, generación del 80’, Malvinas, Pumper Nic y la droga, el pico y el pase. Soy todo eso y soy más, soy desaparecido, yo mismo estuve desaparecido dieciséis días. Soy Flores, Porteño, tango, Pappo, Rock, la noche, el fútbol, soy Argentino. Soy todo eso, nosotros mismos lo somos. Estamos hecho de la misma sepa. ADN argentino.
Hubo desaparecidos en democracia, advertirá. No hay que irse a los 70’. Lo que estamos o estuvimos en situación de calle somos desaparecidos.
El discurso bordeará el nihilismo. No nos dieron oportunidades. A los políticos no les conviene, ni a los curas. La educación y la salud pública son un desastre. La política asistencial es un negocio. Dispara Manu pero no limita el pensamiento. No hay consignas huecas. Él no se conforma. No se paraliza. No le interesa quedar bien con nadie. No fuerza la realidad para encajar el discurso. Hay palabras vivas, crudas. Hay una aguda observación de nuestras verdades y nuestras heridas.
Recuerda a los muertos pero hay personas vivas. Yo mismo viví al lado de la muerte, reconocerá. Me suicidé en cada pase de merca durante cada día. Porque viví en la calle porque no quiero que mis hijos o mi nieto pasen lo mismo. El discurso de Manu traerá vida y la vida no nos puede ser indiferente. Peleemos aunque perdamos. Escuchemos y como dice la chacarera: levántate cagón que aquí canta un argentino.
                                                                                                Martín Teglia

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