De tu palo soy hijo de tu cuero
(Chacarera del olvidao).
No dejo de sorprenderme,
el día que lo haga será porque perdí la pelea con la indiferencia. No dejo de
admirar la lucidez y la profundidad reflexiva. No dejo de envidiar una buena
charla distendida y relajada, en la que el entrevistado y el entrevistador se visten
de amigos. Se visten de nosotros mismos, en cualquier bar de cualquier barrio, con
matices, con puntos de vista. Estuve ahí sin estar, opiné igual o distinto; me
sonreí y enojé con ellos. Así es la filosofía de la calle cuando abarca temas
latentes. Muchos nos duelen, otros nos divierten y, lo que es mejor aún, algunos
pocos nos traen esperanzas, nos traen luces. Lo que no puede pasar jamás es que
perdamos con la indiferencia.
La entrevista dejó palabras
agudas desde una gran capacidad de análisis de Manu. Sutileza reflexiva en el
despertar de la siesta. Volver después de un paréntesis. Llegué con olor a
mierda, escupirá Manu. Perdí la dignidad. ¿Cómo se vuelve, si es que se vuelve?,
pregunta que nos interpela. Volví hace dos años gracias al hogar Monteagudo. Fue
como si me enseñaran a comer con cubiertos a los doce. Y él aprendió.
¿De qué nos habla Manu? ¿Qué
nos cuenta? Desnuda su identidad, ni más ni menos, que es la nuestra. Soy clase
62, generación del 80’ ,
Malvinas, Pumper Nic y la droga, el pico y el pase. Soy todo eso y soy más, soy
desaparecido, yo mismo estuve desaparecido dieciséis días. Soy Flores, Porteño,
tango, Pappo, Rock, la noche, el fútbol, soy Argentino. Soy todo eso, nosotros
mismos lo somos. Estamos hecho de la misma sepa. ADN argentino.
Hubo desaparecidos en
democracia, advertirá. No hay que irse a los 70’ . Lo que estamos o estuvimos
en situación de calle somos desaparecidos.
El discurso bordeará el
nihilismo. No nos dieron oportunidades. A los políticos no les conviene, ni a
los curas. La educación y la salud pública son un desastre. La política
asistencial es un negocio. Dispara Manu pero no limita el pensamiento. No hay consignas
huecas. Él no se conforma. No se paraliza. No le interesa quedar bien con
nadie. No fuerza la realidad para encajar el discurso. Hay palabras vivas,
crudas. Hay una aguda observación de nuestras verdades y nuestras heridas.
Recuerda a los muertos
pero hay personas vivas. Yo mismo viví al lado de la muerte, reconocerá. Me
suicidé en cada pase de merca durante cada día. Porque viví en la calle porque
no quiero que mis hijos o mi nieto pasen lo mismo. El discurso de Manu traerá vida
y la vida no nos puede ser indiferente. Peleemos aunque perdamos. Escuchemos y
como dice la chacarera: levántate cagón que aquí canta un argentino.
Martín Teglia
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