lunes, 1 de abril de 2013

Encrucijada (Por el Rufián)

Segunda serie Nómades:

1.
El gordo Pipino Firpo

            El gallo Confucio cantó a las cuatro de la mañana, estaba confundido con el cambio del horario ya que lo habían comprado en Ushuaia, hacía cualquiera, por algo le había puesto ese nombre. Encima el loro Abelardo lo secundaba a puro cacareo. La puta que los parió, qué carajo les pasa?. Que cante desafinado todo bien, pero una hora antes?. El gordo Firpo estaba cansado. Esa noche se había quedado ensayando un tema nuevo, había estado inspirado con la guitarra criolla, por eso aguantó bastante, además que se ayudó con alguna que otra línea creadora. El gordo abrió un ojo y le pareció que los animales lo burlaban. Agarró un zapato y se los arrojó. El calzado traspasó el ventanal. Cayó nueve pisos junto a los pedazos de vidrio. Cuando se asomó escuchó la puteada de un tachero que, desde la altura, se veía enfurecido como una hormiga en un día nublado cuando se le saca la hoja que lleva en el lomo.
            Todavía faltaban cinco horas para presentarse al trabajo pero no podría dormir porque Confucio no pararía de cacarear junto a la buena imitación del loro Abelardo, que además, levantaba sus plumas y caminaba con pasos cortos de un lado al otro de la sala. Se la agarraba con Baquito, el gato que Pipino Firpo había encontrado el día anterior en la calle. Con Dante y Demócrito sumaban cuatro en la pandilla gatuna, no olvidándonos de Casper el perro negro y violador de gatos que había domesticado hacía dos años, en realidad el gordo Firpo se lo había afanado a un mendigo del barrio de San Cristóbal cuando este se había quedado inconciente después de chuparse cinco tetras de tinto en el desayuno. El gordo lo arrastró hasta la guardia del Hospital Ramos Mejía y lo tiró en la vereda cuando miró hacia el perrito Casper, le pareció más fácil llevárselo que dejarlo, ya tenía nombre y había un tema menos en qué pensar.
            El gordo Pipino puso la pava y vio la pecera quebrada, quién carajo fue?, y golpeó la mesa, toda la pandilla miró hacia el suelo doblando las orejitas. Porque ahora en libertad, los hamsters estarían haciendo sus cuevas por todos los rincones y quién sabe si se apareaban con las ratas que tenían la entrada al monoambiente detrás de la heladera. Abrió el armario y ahí estaba Apolo enroscada en un palo de escoba, la boa se estaba comiendo a uno de los roedores.
            El gordo corrió el sillón y se cayeron dos sillas con una torre de ropa. Pero dónde carajo estaba Cosmo? Levantó un almohadón y debajo estaba el control remoto. Encendió la tele que hizo un chispazo. Voló una polilla que se estacionó en el techo. La miró de reojo porque su aleteo era peligrosamente zigzagueante. La escupió y al errarle el gargajo verde pegó en el espejo. Se miró y estaba barbudo y ojeroso. Pensó en la llegada al trabajo y sonrió.
            Abrió la puerta y asomó la cabeza por el largo pasillo de la pensión. Todo estaba calmo. Salió sigiloso y agarró el diario del vecino. Fue directo hacia la pava y cargó el mate de yerba. Se sentó arriba de los lentes y sintió el crac. Leyó el titular: “Insólito. 10 de diciembre del año 2013. En el día del Trabajador Social un asistente social muere de paro cardíaco al ser asustado por un mendigo que parecía muerto”. Ja, ja, sorbió y escuchó el crujido del mate. Dio vuelta la página y se quedó mirando el culo de la señorita de la contratapa. Dejó el diario en la mesa y le dio un beso, luego otro, apoyó la cabeza…

                                                                                                                      to be continued...




2. Del trabajo a la casa y de la casa al trabajo



            El gordo Firpo se despertó con los lamidos del negro Casper. La lengua era áspera. Le pegó en el hocico para que saliera rápido y no le contagiara la sarna. Miró la hora y eran las once y media, uy la puta madre, ¡me dormí!, se miró al espejo como si fuera un nuevo día y la barba ahora nacía desde la papada. Se rascó el tímpano y el dedo se le embadurnó de cera. Se calzó un pantalón con parches en las rodillas y el culo, luego buscó la camisa a cuadros deshilachada en los extremos. Descolgó el sombrero y lo sopló. Tosió del polvo que se levantó. Agarró un cable y se lo pasó de cinto. No podía llegar tarde otra vez al trabajo. Corrió hacia la salida. Sonó el teléfono y no atendió porque seguro sería su jefe, lo despedirían. Descendió las escaleras trastabillando. Estaba obeso y el sudor se levantaba ni bien movía las axilas.
            Ey señor Firpo, sabía que lo encontraría, venga que le quiero comentar algo, venga… vení, ¡vení para acá gordo garca que tenés que pagar el mes!. Pero Pipino Firpo pasó ignorando al viejo encargado y sin mirar hacia atrás dijo: “Andá a cagar ¡Arturo sorete duro!” y empujó a la gente de la vereda que se interponía en su camino. El gordo se perdió en la multitud.
            Corrió hacia la peatonal de la calle Florida. Miró a los costados y suspiró, su jefe no estaba ahí para retarlo por el retraso. Sintió alivio. Se tiró al piso y sacó un tarrito que ubicó en el suelo, luego levantó la mano. A los pocos minutos una moneda cayó en su palma. Cerró el puño y apretó con fuerza.


3. Que no pare la música



            El gordo Firpo se despertó con fuertes palpitaciones en el pecho. Agarró una colilla y la encendió. La peatonal estaba vacía al igual que su estómago, de fondo se escuchaban los colectivos que pasaban por la 9 de Julio y el resonar de su estómago que no paraba de crujir. Miró al costado y le habían dejado una bolsa con pan. Pitó fuerte y agarró uno de los panes que mordió con fuerza. Se los devoró a todos junto inclusive con la bolsa. Estaba saciado. Caminó arrastrando los pies hasta la pensión. Intentó tararear la canción que había compuesto la noche anterior pero no se acordaba. Pensaba que si valía la pena se la hubiera acordado enseguida. Subió los escalones en puntas de pie y descolgó el cartel que decía: “ÚLTIMO AVISO PARA EL SEÑOR PIPINO FIRPO: CHE DOGOR NO TE HAGAS EL DOLOBU Y PAGÁ EL MES QUE VAS A IR SOPRE”. Sacó el cartel y entró al departamento. Dio vuelta la llave y suspiró. Este viejo conchudo me las va a pagar.
            Todos los animales lo miraban. Habían destrozado el sillón y los almohadones. Acarició a Dante, nos vemos en el infierno!, y lo tiró adentro del armario, Apolo necesitaba un sacrificio. Baco y Demócrito estaban dormiditos y ronroneando. Sonrió cuando vio la pelusa marroncita de uno de los hamsters en el piso. El loro Abelardo cantaba la canción que había compuesto la noche anterior, ahora sí el mundo tenía sentido!. Al gallo Confucio le faltaba un ala y ya no cacareaba. El negro Casper movía la cola con sangre en la boca. Todo en orden. Sorbió el mate frío y se sirvió otro forzado tereré. Miró el reloj y se sentó a esperar. Pero dónde carajo estaba su preferido Cosmo?
            Empezó a chistar llamando a su mascota y mirando al suelo. Salió de la pensión a buscarlo, enfiló para el lado de Plaza de Mayo y se perdió en la noche. Estaba fresco.
             Levantó la cabeza y vió un cruce de avenidas, qué es el Cid Campeador?, la bruma no lo dejaba ver bien. A lo lejos, una señora sentada en un banco. Era su abuela leyendo un libro de cocina. Abuela! Qué corno hace acá? se va a mojar toda con este vapor?, ¿vapor? ja ja… eso es lo más importante para una buena dieta pero vos no lo entenderías porque siempre has sido un gordo ignorante, el racionalismo ha llevado a la filosofía hacia el infierno, lo que resta de esta vida apestosa es la condena de un nihilismo absoluto. Firpo se paralizó y cuando quiso avanzar se tropezó cayendo al suelo. Estiró la mano que sobresalía de la bruma. Cuando levantó la cabeza solo vió el banco con un libro de cocina. Leyó: “A todo vapor, dígale no a lo frito”. Agarró el libro junto al banco que cargó en su hombro. Retomó el camino inverso pero dudó si debía caminar por la avenida Gaona o por Díaz Vélez. La encrucijada le agitaba el pecho. Cerró los ojos y avanzó perdiéndose en la oscuridad.
            Entró a la pensión y dejó abierto porque no encontraba la llave. Miró para la cocina, luego para la cama y detrás de la heladera pero ya no quedaban animales, solo una boa agonizando del atracón que se había pegado. Detrás del vidrio roto apareció el contorno de Cosmo (Cosmo: animal imaginario que se caracteriza por tener piel de lagarto (boa), recubierto de pelusa de hamster, patas de perro, cola de oveja, bigotes de gato y plumas de loro en la cabeza. Los ojos son propios de Cosmo. Pero lo más importante es que es muy buen conversador.)


4. El sindicato de los garcas que no pide aumento y el sindicato de los asistentes sociales de los profesionales que pide aumento



 (Más precisamente llamados asistentes sociales por su colaboracionismo práctico a los políticos del Opus Dei. Inofensivos a la hora de criticar y con una vocación profesional desmedida para hacer el bien. Además cabe indicar el rescate del nombre “profesionales” estaba patentado por las prostitutas del barrio de Constitución.)

            Sonó el teléfono. El himno de la alegría retumbaba en todo el monoambiente con la distorsión de “Violadores”. Firpo corrió y levantó el tubo, era Elvio Pilato (el gordo siempre se lo confundía con Adolfo, hasta sospechaba que era la misma persona pero que, cambiando el tono de voz, confundía al gordo tirándose la pelota para ver quien le pagaba.) Ey gordo muy bien!, te despachaste a varios del gremio zurdo, pero me vas a pagar de una vez? Ah… en primer lugar no me llamo gordo, me llamo Pipino!. Pero claro, ahora tenés que fletar a las guachas de las asistentes sociales que reclaman ser llamadas trabajadoras sociales, te explico: el sindicato de los garcas está preocupado por el pedido de cambio de categoría de los asistentes sociales, porque estas dóciles quieren que se les cambie el nombre de asistentes social a trabajadoras social y que les paguen más. Sí, dijo el gordo, todo bien, pero me vas a pagar que tengo que ponerme al día con la pensión?, pero claro gordo! cómo no te lo dijo Adolfo? Andá al cruce de avenidas de Cid Campeador que ahí va a estar el diablo Tombo, él es que tiene la guita, pero antes tenés que despachar a toda la lista de asistentes sociales que te voy a pasar ahora, después te llevás toda la tarasca junta.
            Al día siguiente, el gordo Firpo fue asustando a una por una a las líderes de las asistentes sociales y cumpliendo con la lista que le había pasado Elvio. Asustar a las asistentes sociales era una tarea que disfrutaba muchísimo, hasta lo hubiera hecho gratis. A la tarde fue para el cruce del Cid Campeador. Pero para dónde carajo iban tantas avenidas juntas? De lejos vio al diablo Tombo apoyado en el tronco de un árbol justo en centro de la plazoleta del cruce de caminos. A medida que el gordo se acercaba la bruma crecía.
            Pero cuando llegó la que estaba apoyada en el árbol era su abuela. Gordo inservible qué hiciste con mi banco y con mi libro, si ni siquiera sabés leer ignorante!, hola abuela vengo a cobrar. Pero las cosas no son así, vos tenés que hacer las cosas bien nietito, alimentarte correctamente ¿llevás documentos? Tomá este sanguchito de milanesa. El gordo lo agarró y se lo llevó a su boca una y otra vez hasta morderse un dedo. Cuando la bruma aumentó el diablo Tombo con cara de abuela desapareció. El gordo Firpo caminó por la Avenida Gaona siguiendo su marcha y tratando de recordar la melodía, no había caso, ahora sí se la había olvidado y el loro Abelardo ya no estaba en este mundo para recordar lo que seguramente hubiera sido un corte de difusión.


5. ¿Es lo mismo la xenofobia del verdulero que la de un psicólogo de la asistencia social municipal? No, estamos perdidos.



            El gordo Firpo volvió a la pensión en puntitas de pie y cuando llegó a su habitación estaba bloqueada. ¡Cosmo!, el pobrecito había quedado adentro. El gordo fue enfurecido a la recepción, lo agarraría del cogote al viejo Arturo. Cuando llegó a la puerta leyó el cartel: DOGOR FLETÁ DE ACÁ PORQUE LLAMO A LA NACA. Qué podía hacer?, ir al cruce a pedir algo de dinero para pagar la pensión y que su abuela con cabeza de diablo Tombo lo cague a pedos?. Caminó por una avenida sin nombre hasta llegar al cruce de Cid Campeador. Cosmo! Lo vio en la copa de un árbol y le gritó haciendo señas para que se acercara pero el animalejo lo seguía saltando en la altura de árbol en árbol.
            Cuando llegó al cruce de Cid Campeador estaba el diablo Tombo con el rostro de la abuela y comenzó el sermón: la asistencia social la creó Dios a través de la CIA para controlar, la idea es mantener dócil al pobre. Luego le señaló hacia un costado y cuando el gordo Firpo retornó para preguntarle sobre Dios vio que junto al sanguchito de milanesa había un celular que sonaba. El gordo lo atiendió y se escuchó la voz de Adolfo:
            Hay que investigar al palomero que vive debajo del puente de la calle Combate de los pozos, hay peligro inminente de que las palomas caguen en la cabeza de nuestros honorables políticos corruptos, son lo que tenemos y hay que cuidarlos. Hay muy buena paga, después hablaremos de esto y cerraremos detalles. Si realmente hay palomas no dudes en despachar a ese siniestro personaje a la noche, aprovechá cuando se levanta esa bruma impúdica. Cortó.
            Estaba oscureciendo y el gordo agarró una de las avenidas del cruce de Cid Campeador y en menos de dos minutos llegó al sitio donde debía ajusticiar al subersivo. Lo observó a unos cincuenta metros y desenfundó su faca, a los vagabundo no alcanzaba con asustarlos como a los asistentes sociales. Se acercó y vio cómo el hombre le daba pan rayado y acariciaba a una de sus palomas. El gordo Firpo se acordó de la buena onda del loro Abelardo, cuando le recordaba las canciones olvidadas y cuando lo acompañaba imitando alguna batería o si le salía algún bajo armónico. El gordo guardó la faca y se hechó a andar. Ya era de noche y tenía sueño se tiró debajo del asiento de una plazoleta cercana.


6. Milanesa a la napolitana, un híbrido que no se condice con la Italia real


 (Italia: Constructo artificioso donde la idea de Nación sirve para meter en la misma bolsa la gente de buen vivir del norte con los terrones mal vivientes del sur.)

− Papi, no me comprás un sanguchito de milanesa. −dijo el gordo Firpo desde el suelo.
−Aunque no tengo un sanguche de milanesa vengo a ayudarte, soy un psicólogo social que trabaja en la municipalidad.
−Bueno te felicito, pero si no me traes un sanguchito de milanga volá de acá que no estoy de humor y no quiero hablar con nadie.
            El psicólogo social se retiró y volvió a la media hora con un sanguche de milanesa cortado a la mitad. Ambos se pusieron a comer el sanguchito de milanga. Pero qué sos? Psicólogo?, no, trabajador social?, no. Entonces qué carajo sos? Un híbrido?, No, te explico. Somos los que trabajamos con la resaca que los psicoanalistas no aceptan porque no tienen para pagar la terapia. Bueno terminé el sanguchito, todo muy lindo pero volá que vos no me podés ayudar a las ganas que tengo de dormir. Pero porqué no te vas a cagar negro de mierda, gordo resentido. Y el psicólogo social desapareció entre los cartones, refunfuñando.
            El gordo durmió hasta la noche y cuando se despertó hacía frío. Se levantó y caminó sin rumbo. Se vio en una vidriera como en poco tiempo adelgazaba y de gordo mofletudo se convertía en un gordo con piel de sábana. Se volvió a tirar pero ahora en una plazoleta de la 9 de julio.
            Estacionó la camioneta de la asistencia social municipal junto con un patruyero. Ahí está el negro de mierda. El policía se adelantó al psicólogo social y le dijo al gordo Firpo que lo iban a meter preso por ocupación ilícita del espacio público. El psicólogo social levantó la mano pidiendo la palabra y comienzó a hablar: yo estudié cinco materias para psiquiatra y tenemos para usted un lugar que lo va a maravillar, es una suit ubicada en los codiciados parques del Borda Buenos Aires hostel. El gordo se levantó pegándole un facazo en la cara del cana y una trompada al operador social-psiquiatra-psicólogo social, el policía apuntó al gordo pero cuando iba a disparar Cosmo saltó hacia la mano del oficial haciendo que la pistola cayera al piso, luego el gordo Firpo y Cosmo se perdieron entre los autos dirección Puerto Madero. Este negro de mierda me cortó la cara abría que matarlo para hacerle un bien a la humanidad, dijo el policía, y si, te entiendo pero tal vez a los locos peligrosos más bien abría que encerrarlos por el bien de la ciudadanía, dijo el psicólogo social-psiquiatra-operador social frunciendo el seño y mirando la inmensa cara de Eva Perón del edificio de la Acción Social de la avenida 9 de julio.


7. Del paleolitico al neo-neolítico (Estadío propuesto por un historiador que se dedica para ganarse la vida a la futurología urbana).



            Ahí estaba Bordolino revolviendo la olla preocupado porque el vino bajaba cada vez que le daba la espalda a la cajita. Albino tenía su tetra de vino blanco (Por este motivo aprovechaban humorísticamente el homófono “al vino blanco” para burlarse de él), tranquilo y en silencio mirando a la ranchada. Paco hablaba con el Pinche Porfirio (Colombiano del que todos pensaban que era mexicano), Tomé traía ramas y colillas fumables. El rata hacía el fuego con cinco más de los cuales no se sabía el nombre. El gordo Firpo y Cosmo se ubicaron en un costado del campamento. Qué pasa gato?, dijo Paquito, el gordo atinó a responder: no, no es un gato, estamos acá con… (El gordo Firpo omitió hablar de Cosmo porque pensó que entenderían lo que no se veía, que no entenderían el pensamiento abstracto). Qué sos Cobani?, Ah no, soy Pipino. Bueno quedate piola, que estamos con varios jedes acá, tomate una pajarito piola. En eso llegaró la banda de los Asistentes: Marciano, también conocido como el trosko loco, además del Maku, Marino, Marlon y Merlino, aunque estos últimos de extracción más liberal, todos venían de una clase complicada: eran marxista-leninista-troskista-guevaristas, conocidos del club de polo de Belgrano R, autoproclamados el equipo de Liberación Asistencialista, nombre votado en asamblea de los nobles del polo (Además estaban Norman y Justin que los llevaban a las reuniones por ser dos faseritos buena onda).
            El equipo de Liberación Asistencialista venía de perder un encuentro futbolístico con el partido de los neo-nazi. Estaban calientes porque no solo habían perdido en match sino que también se habían comido varias patadas y cadenasos. Querían ganarle a alguien y eligieron a la ranchada más dispersa y hecha mierda, la de Plaza Lavalle, Tribunales.
            El encuentro se armó rápidamente usando como arco la olla del cocinero Bordolino. A este lo aprovecharon de arquero que revolvía con la misma rama con la que pinchaba a Maku, el goleador del equipo de Liberación Asistencialista. Del otro lado del campo un puesto de diario oficiaba de arco contrario. La pelota era una Tango del mundial 78, obsequio de el ex ministro de economía el brujo Matínez de Hoz a su sobrino el brujito Merlino, el que siempre hacía mágia en el área, aunque era muy respetado el anteúltimo dato que se nombró en el relato era mejor no comentarlo mucho porque incomodaba a la asamblea de los nobles del polo. Paquito era el diez natural, el que armaba para la ranchada de plaza Lavalle y el cocinero Bordolino al arco por estar cerca de la olla. El resto lo rellenaron con perros y el grupo silencioso que estaba al lado de Bordolino. El gordo Firpo se propuso de nueve y peló la camiseta de Atlanta, a mi me van a respetar porque soy Pipino el number nine.
             En los primeros cinco minutos, el equipo de Liberación Asistencialista hizo diez goles. Paquito se había sentado a fumar su pipa, dos de los silenciosos sin nombre habían desaparecido de la plaza y el gordo Firpo no la veía ni cuadrada. De repende apareció Cosmo y desvió la pelota para que el gordo quedara en posición de definir en el área contraria, quedó al borde del tiro de penal. El gordo gritó: “gol gana” y pateó tan mal que la pelota se fue para el lateral. Todos los del equipo de de Liberación Asistencialista se reían, inclusive Paquito sin saber por qué, pero de repente Cosmo volvió a desviar la pelota a tal punto que cuando se acordaron golpeó el puesto de diario. Después del silencio absoluto explotó la alegría, inclusive gritaron gol los silenciosos. Paquito no se dio cuenta porque había ido a buscar otra dosis. El viejo Tomé y toda la ranchada alzaron al gordo Firpo que aferraba la camiseta de Atlanta y le daba besos. Lo bajaron rápido por peligro de derrumbe inminente. Cosmo aprovechó y se metió en la olla cuando Bordolino saludaba a uno por uno a los perdedores del equipo de Liberación Asistencialista. Marciano, Maku, Marino, Marlon y Merlino se fueron peleándose entre ellos y nadie les hizo caso cuando reclamaron reanudar el partido, era la hora de descorchar (cortar el pico del tetra). la ranchada se había dispuesto a festejar. 


8. Solo se aprende siendo autodidacta



            El gordo Firpo abrió los ojos y vió a Cosmo encima de su pecho. Luego miró alrededor y se encontró con la estación de trenes de Once. Salió de la Estación y se tiró al sol en las escalinatas de la disco Tropical. De repente vio como la sombra de un urso lo levantó del suelo como si fuera un papel. Cosmos desapació al instante. Waldo! Cómo estás? Me podrías bajar que me puedo lastimar?. Pero el patovica del sauna lo sacudió de un saque y el gordo Firpo cayó como una bolsa de papas.
            Cuando abrió los ojos, un muchacho lo estaba curando en un sillón. Y vos quién carajo sos?. Tranquilo me llamo Serguei y te encontré tirado así que te subí a mi departamento para limpiarte esa horrendas herida que tenés en el ojo, si querés podés darte una ducha. El gordo saltó de una, vos lo dijiste, vos sos gay, pero más que gay sos un puto de mierda! y el gordo abrió la puerta y corrió por la Avenida Rivadavia. A mitad de cuadra ya se encontraba caminando junto a Cosmo con un remolino en la cabeza.
            Llegó hasta el cruce de Cid Campeador y ahí estaba el diablo Tombo con cara de abuela. Sos un perdedor, ya te dije que Sixto empírico es un pelotudo aunque en la Grecia del siglo VI después de Cristo, había sentenciado que no se puede transmitir la experiencia y lo lincharon por escéptico. Por más que te lo explique no lo vas a entender, andá a la escuela o querés ser un peligro para el imperio y que te hagan fletar?. En ese mismo momento le sonó el teléfono a Pipino.
            Elvio hijo de puta! Pagame lo que me debés. No, Pipino, estás confundido soy Adolfo y tengo un re laburo para vos, una copada, el sueño del pibe: tenés que ir a la casa del casi ingeniero tala árboles Macri y liquidarlo. Si, esta es grosa, lo despachás y empezá a elegir casa en un country que te va a ir de puta madre. Pedile al diablo Tombo que te pase el bufaso que es cuestión de un minuto. Pipino tiró a la Avenida el celular y pasó el colectivo 55 para hacerlo percha. Miró a su costado y en lugar de encontrar al diablo Tombo con cara de abuela encontró un paquete cerrado. Seguro que sería su sanguchito de milanesa. Caminaría y lo comería en algún lugar tranquilo.
            Llegó al barrio de flores y en un caserón escuchó ruido a punk. Entró junto a Cosmo que se había parado en su hombro. La banda sonaba igual a la que tenía con Lucho y Leuco, se paró de frente y vio el cartel de “Encrucijada”, la concha de su madre! Era Lucho, Leuco y también Lino con su guitarra en forma de flecha, lo habían traicionado con el pedorro de Lino!. No lo podía creer. Encima que tenía tema nuevo, quiso recordarlo pero no había caso, ya era parte del olvido. Se puso de cara con Lucho y Lino que cantaban en el mismo micrófono el punk llamado el punk del punk, un tema compuesto por él, se sintió Fernan Mirás en Tanguito feroz. Miró la casa y era una maldita casa tomada, odió al mundo okupa por la traición que se cometía en ese acto. Fue al patio para comerse su sanguchito de milanesa y se encontró con un fierro cargado con una bala. Ya fue me quedo con hambre pero me saco las ganas. Entre la multitud se escuchó un disparado y el que cayó fue Lucho.


9. Cuanto más avanza la Ciencia Social más nos alejamos de las personas


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            Pipino se encontraba en la biblioteca del Congreso leyendo a Boudieu. No entendía un carajo. En la mesa Cosmo leía libros de Durkeim y Weber, también había uno de Passeron hablando de estadística (Ciencia basada en la lógica que funciona de tal manera donde nadie es parte del todo y todos son parte de nada. De eso curra la Sociología). La bibliotecaria se paseaba acomodando libros y lo miraba. Él también la miraba y le repugnaba esa vieja peluda. Y bueno, aunque sea esta vieja abominable me deja dormir adentro de la biblioteca y por lo menos no tiene dentadura. Era una especie de revancha al diablo Tombo con cara de abuela donde le demostraría que Sixto Empírico tenía razón, que eliminando las escuelas caería la dominación del imperio, de Dios, de la CIA, ya no habría más trabajo para los asistentes sociales, que Sixto empírico no solo era un griego pajero diciendo boludeces.
            Para ese entonces Pipino (Ya no era justo llamarlo gordo Firpo por que había adelgazado de tal manera que se encontraba hecho un palito flácido) salía de la biblioteca solo para juntar información y despegarse de la vieja bibliotecaria apestosa. Grababa entrevistas y realizaba observación participante en las ranchadas bajo las autopista. Bordolino era su testigo ocular pero estaba tan borracho que no entendía un carajo. Estudiaba la vida en la calle y se había copado con la rama dorada de Frazer, el evolucionismo es lo más!. Esto de redactar un proyecto de investigación para ganar una beca no es lo mío. Hay que tener mucho estómago para hacerse cientista social. Me repugna esta biblioteca y la vieja asquerosa, me voy. Pipino se dio cuenta que ni bien pisó la plaza Congreso le sobraba el tiempo del extenso día.
            Comienzó a correr y solo frenaba para acariciar a Cosmo y hacer foco en sus abdominales. Ese griego de mierda tenía razón en ser un escéptico, para qué acordarse de la basura que nos invade a través de la industria mediática de la información? Agarró el fierro y encaró para la legislatura.


10. ¿Saben porqué hay una iglesia en cada barrio? Porque son un buen negocio.


            Ahora que ha pasado el mismo tiempo que el que vivió Cristo rey en el desierto, Pipino camina y se mira en cada una de las vidrieras de la calle Santa Fé. Se sube a su descapotable y lo arranca retomando por la calle Avellaneda hasta la plaza Flores. Mira al pai de plaza Constitución: Solo Dios nos puede salvar. Cosmo muestra los dientes y Pipino sonríe. Pasa por Cid Campeador y ya no encuentra a nadie. Le hubiera gustado ver a ese diablo Tombo con cara de abuela para demostrarle que no era un perdedor. Estaciona y se acerca un niño de la calle. Pipino saca un cigarrillo y se lo coloca en la boca. Lo introduce sosteniéndolo con la lengua y se quema, el niño ríe, Pipino se enoja pero le acaricia la cabeza. Gatilla al aire y el niño frunce el seño y llora.

            Arranca el coche y va para Recoleta. Estaciona su convertible e ingresa a su oficina. Marca el número y se comunica con Bertino. No, no soy Firpo, soy Pipino, ese Firpo es el que te tiene que pagar, pero claro andá para el Cid Campeador que ahí vas a encontrar soluciones. Cuelga el teléfono y se mira al espejo: está flaco y fibroso, el traje le queda bien. Sale a caminar por Plaza Francia y de repente un nubarrón de palomas. Un tornado fecal se avecina, una continua lluvia de mierda le cae en la cabeza. Se le mete en la boca. Qué boludo cómo no ajusticié en su momento al pajarero loco de Combate de los Posos. Abre el ropero y saca el disfraz de diablo, se coloca una capucha con el rostro avejentado de una señora mayor, marca el celular mientras sale por la puerta: hola Bertino tengo el gran negocio de tu vida, andá para el cruce de Cid Campeador…

                                                                                          
                                                                                     FIN