miércoles, 31 de octubre de 2012
domingo, 21 de octubre de 2012
Contra viento y marea: Reflexiones a cerca del programa 28 y su contexto
Dicen que las
segundas vueltas no son buenas, y mientras muchos están de vuelta, el barco de
Nómades está revuelto, con Popeye fumando espinaca en la resbalosa cubierta de
nuestro blog. Y una rara sensación nos produce continuar un programa que navega
en un pantano perdido en el amazonas, ¡selva cerrada si las hay! entre insectos
y alimañas, pero por suerte nos queda algo de oxígeno, ¡qué más da!
Y con la
mejor, Gustavo Viviani nos ofrece un lugar en la mateada, y si, ya somos parte
del Mugica. Nos sentamos en una oficina y aspiramos un aire enrarecido, hoy nos
tocó el sector pastillero. Todos necesitan su placebo. Y James nos indica que en
la fila del pasillo abundan simuladores que juegan al enfermo. Sí, Bond, el mismísimo
James Bond se toma media hora de su preciada vida secreta para concederle una
entrevista a Nómades. Nos salva las papas, como quién dice, porque el invitado con
el que habíamos arreglado hacía poco rato antes, a los cinco minutos de espera,
se fugó espontáneamente, quién sabe con qué rumbo y con qué historia.
Y Bond nos
cuenta de su misión espía, va y viene atacando la vida de la humanidad, y en
ese movimiento pendular incomoda y desatiende el orden moral de nuestra
sociedad, propone muerte y un juego en un ambiente espeso, pero de repente las
reglas cambian, se quiebra cuándo se hace presente el amor al prójimo y la
traición. Esto nos demuestra que un profesional del servicio de inteligencia
para ser eficaz debe comportarse como un ser automatizado, porque se debilita concibiendo
la amistad. La ingratitud desaparece y el cuerpo del agente se convierte en
llanto.
Así es como el
espía que busca envenenar las aguas es desenmascarado, ha torcido el brazo
humanista, está vencido, mostró sus sentimientos, perdió su juego. El imperio
se derrumba y vence el pacto judeo-cristiano: un nuevo orden de mandamientos se
avecina. Y se reafirma la estabilidad junto al prójimo digno de convivencia.
“No matarás”, esculpió Moisés en una piedra, de una vez y para siempre para que
llevemos adelante al mundo con la propuesta de Dios: seres elegidos: humanos y
no animales.
Y de la misma
forma que te venden la entrada de inauguración a un boliche pintarrajeado para
abrirlo con un nuevo nombre, Hobbes reestrena el pacto cultural para salir de
la animalidad conservando el tabú judeo-cristiano, el de los santos evangelios.
Porque la muerte se avecina a cada instante y amenaza a cada mortal y
desestabiliza el orden de la vida y la reproducción del orden del sistema. Años
antes Mateo lo había resumido en dos: “amarás a Dios sobre todas las cosas y al
prójimo como a ti mismo”. Y porque el orden se desestabiliza más allá de la
conservación de la vida, Moisés también ordenó: “No dirás falsos testimonios ni
mentirás” y “No consentirás pensamientos ni deseos impuros”, en definitiva: no
blasfemarás porque la verdad oficial es muy importante, funda el mito creador y
justifica todo aquel sentido con el cual opera el poder hegemónico.
Y en esta
tormenta de sentido, Nómades es acusado por expresarse libremente, por romper
el tabú del sexo y la muerte, de lo que no se puede decir, de lo que no se
jode, de lo que no se puede nombrar. Pero si en definitiva decir vida, es
también decir muerte, ¡no están disociados!, basta de reproducir mentiras cristianas,
¡temerosos y cobardes!. ¿Se va seguir insistiendo que el que nombra la muerte y
al sexo es un misántropo?
Y Nómades
sigue y enfrenta. Lo acusan a Bengala de desubicado, ¿un grosero o un
trasgresor?, buscan callar al loquito enajenado de su razón, al profeta
disparatado que predica mentiras porque no puede con su vida, alienado y encima
falopero, que escribe de noche después de tomar su pócima al mejor estilo
Mister Hyde. Bueno hubiera sido matarlo con la indiferencia, desacreditarlo por
resentido, que sus propios artículos lo envenenaran con su propio ofidio, ja
ja! ¿pero por qué entonces estos escritos incomodan tanto? ¿Porque atentan
contra las buenas costumbres? No, claro que no, no es tan fácil. Más bien,
salen a la superficie y dicen lo que no se quiere escuchar. Por este motivo sus
columnas tienen alto valor literario, derriban los principios rígidos,
inamovibles de aquellos mandamientos que organizan la sociedad. Se mueve una
vez más la oxidada bisagra del desconocimiento, y el tabú de Levi Strauss se
sacude ante el ejercicio de poner a prueba una vez más a la intocable verdad cultural.
Y es la
vorágine de los hechos la que me obliga a realzar el poder de la literatura
para incomodar a la cultura y hacernos reflexionar. Afilando el discurso Nómade
y sacándolo del mero lugar de entretenimiento y del mundo de lo correcto. Ahora
sí, la palabra es también una herramienta incorrecta que desordena nuestra
frígida moral. Ahí reside la capacidad de rebelarse y a enfrentar a los que
dicen que hay aquello de lo que no se puede hablar, o de lo que se puede hablar
y solo a partir de ideologías esenciales donde los ortodoxos cotidianos y los
fascistas de la rutina se sienten cómodos y censuran al inmoral.
Y el ciclo de
Nómades ofrece vida-muerte-vida, en una dialéctica que destapa la cacerola
cuando el agua hierve, con esa misma fuerza que le dio la presión del vapor a
la revolución industrial, aprovechando esa misma agua para cocinar y hacernos
una buena pasta a la boloñesa que sacie nuestra “Larica”. Comiendo y llenando
el vacío de una necesidad básica. Y con la panza llena, cuando el pan absorba
la salsa, celebraré una vez más la libertad de expresión, con esa transpiración
del saciado, sintiendo el tufo indeseado del espíritu de la discutida Ley de
medios, aquello que queda, aquel malgusto de un cuerpo etéreo.
Y con todo
esto ¿nos olvidamos del tema que nos convoca: la situación de calle?
No, todo lo
contrario. Son las denuncias de Nómades que develan el malestar interno que sufren los trabajadores
del municipio que, en lugar de destinar sus energías a ayudar a la gente que
vive en situación de calle, buscan soluciones para subsistir en un mar de
desdichas. Entre las aguas de SUTEGBA (sindicato entregador de compañeros)
gremio transero que tantos arreglos tiene hoy con la gestión PRO que
difícilmente puedan diferenciarse. En realidad, si bien todos se
encuentran vestidos de amarillo, Nómades sabe que unos son el grupo de choque
del otro, pero esa es otra historia, los que agremiados y olvidados están de
saber lo que es luchar como un trabajador. Y en simultáneo la situación de
calle se reproduce exponencialmente, ha llegado para quedarse y lejos está de
solucionarse con una gestión que se caracteriza por perseguir a los
trabajadores que buscan cambiar la injusticia de una administración partidaria que solo busca sostener políticas meramente asistencialistas, una primer capa de pintura a una
pared que se cae junto a su humedad.
Ruf.
sábado, 13 de octubre de 2012
miércoles, 10 de octubre de 2012
Prostitutas sindicales (Capítulos I, II, III, IV)
Los lobos muestran ternura a morder.
(Capítulo I)
Habría que ver si mañana es otro día,
quizás para los que siguen inmersos en la rutina tediosa y espiralada de dar su
brazo a torcer, sería algo así como lo mismo, como lo mismo, tal vez se
preparen para el dios proveerá. Pero aún no lo sabemos. Tampoco sabemos muy
bien las cosas que suceden detrás de ciertos tiempos. El tiempo es una creación
del hombre, una herramienta cultural de adoctrinamiento y a la vez de rectitud.
Pero existe otro tiempo, un tiempo armado de lo abstracto de aquella esencia
fantasmagórica que suele abrazar de punta a punta a los procesos. A ese tiempo
le quiero dedicar este cambalache de palabras.
Fines del termidor (capítulo II)
Una estela de ausencia se precipitó
en la tierra, casi no hizo ruido y falló en su diana. Era el Ángel de la reincorporación que había
caído sobre el empedrado espartano del barrio de Barracas. Quedó aplastado
sobre las piedras centenarias, inmóvil, con las arterias repletas de veneno y
con las manos que aun creían en los milagros. En la esquina estaban las
perezosas: la Vella sense dents
y su amiga de calzon la Grossa Matarazzo. Al ver caer
esa estela las dos se miraron y pensaron lo mismo “cayó un ángel, el ángel esperado de la reincorporación“.
La lucha del proceso Wow había sido
tediosa, densa, los espíritus combativos se habían asociado (cuando el Termidor
agonizaba) en la sociedad Anem caminant, acadèmic es respira. Se debatía las
condiciones de trabajo, se leía los cristos de los pensadores decimonónicos, se
rasgaban las vestiduras en posibles luchas cuerpo a cuerpo. Pero estos ideales
se realizaban siempre dentro del marco de las leyes del estado Tatadiós, eran patriotas petiteros del
intelecto que siempre estaban a la disposición del Tatadiós. Cuando pegaba dos gritos la Anem caminant, acadèmic es respira se erguía y salida a la ayuda
interminables de los caminantes urbanos; esos desechos del liberalismo
arrastrados por el hambre de cazar, deshilachados hasta los huesos por las
promesas baratas del Tatadiós. La sociedad era variopinta en su compleja
estructura, pero había esbirros, aquellos que manejaban el núcleo duro de la Anem caminant, acadèmic es respira. Ellos se denominaban els adolescents. Su ideal era la Frida calo amnte, la unica postura era
masturbarse con Trosky mientras. Pero ahí estaban luchando tanto el Núcleo duro como la Anem caminant, acadèmic es respira por el Ángel de la
reincorporación que algún día iba a llegar y llegó. Pero su rosa de los vientos
estaba mal calibrado y el Ángel estaba borracho. Había salido de copas la noche
anterior y la mañana lo sorprendió guardando faso en el armario junto a una
prostituta de esas, de la trata que con su útero chorreado de leche le decía
adiós, hasta luego corazón.
En ese estado calamitoso se nos fue
el Ángel y así termino, resacoso sobre el empedrado y ahí estaba las dos en la
esquina. Justo ellas lo vieron caer. Justo ellas se acercaron y justo ellas
llamaron a los que tenían que llamar.
Quiénes somos. (Capítulo III)
La Grossa Fideu , no lo dudó y llamó al mercenario de el Gal roamnizadoo. Se hizo presente con su discreto uniforme y montado en su ego dio la
orden de tírale la red, maniatarlo y llevadlo al depósito sindical. La patria
perezosa hizo caso y lo llevaron al depósito sindical. Muy amablemente lo
recibió la patota a cargo de Coco el
amoroso y junto al Gran manya de
los manyas el Kuka monga dance. Lo
entrevistaron. La resaca del Ángel era demasiado para soportar lo interrogantes.
Entonces le pidieron que exprese su arte de reincorporación en una hoja y él de
manera desencajada dibujo al Manquito sin
banquito. El manquito sin banquito
era un personaje odiado por todos pero respetados por todos, que renegaba de
conchas cercanas pero las lamia a la hora de almorzar, que sometía con su
presencia a la tropa de la aristocracia y a la gentry del intelecto. Todos prometían no volver pero nadie lo
intentaba. Ni siquiera el Núcleo duro
o el ala más pasiva de a Anem caminant, acadèmic es respira. ¿Por qué lo respetaban en el círculo del ojo del huracán del odio?
Por las migajas lo respetaban, no había otra opción. Las migajas de los
caminantes son las vidas mismas. Sin caminantes no hay migajas, sin migajas no
hay nada... esta solo el vacío, es ir contra uno mismo, sin propios de
consolación, sin decir suficiente. Ahí es donde recae el poder del Manquito sin banquito más bien llamado
el Manxol.
El dibujo dolió por de más. Todos se
miraron, sin comprender como un desahuciado y borracho Ángel había realizado
semejante obra de tal tono hereje. Le faltaba el respeto al mismísimo el Manxol. El primero en levantar el
teléfono y a las ordenes del Tatadiós
fue el Gal roamnizadoo. Informó de la situación al mismísimo el Manxol. Aturdido y desesperado se hizo presente en el depósito
sindical.
Mientras la noticia de la abrupta
llegada del Ángel y su secuestro llegó a oídos de la sociedad Anem caminant, acadèmic es respira. Inmediatamente se llamó a una asamblea extraordinaria. Todos se hicieron
presentes con su disfraces; damas del siglo dieciocho, soldados griegos,
bonapartistas, espartanos de termopilas, viejos brujos, hadas madrinas sin
ahijadas, Borges, disfraces de Perón e Illia, entre otros. Todos amontonados en
una habitación quemando su intelecto de manera despiadada para ver cómo
solucionar esta terrible escena que era no tener entre nosotros a la salvación
de la lucha del ocaso del termidor, no tener en la lucha la salvación del
triunfo. Entre los disfraces, el humo y la buena onda estaba calzón con calzón la Grossa Fideu y la Vella sense dents. Ambas mantenían la seriedad y el compromiso, nadie sospechaba que
ellas eran lo que son. Entre mate y mate, entre risa y discusión ellas salían a
tomar un poco de nicotina y empezaban a comunicarse con su nexo celestial una
tal Ñoqui espantat. El Ñoqui espantat tenía miedo, siempre
tenía miedo. Su terror era trabajar más de dos horas y si el Ángel salía de
donde estaba ella estaría marcada. Sin dudarlo la orden estaba dada para ese
momento. Era cuestión de tiempo, pero el fin se precipitaba de manera
inexorable.
La asamblea del año XIII e Ismael. (Capítulo
IV)
La asamblea terminó donde
comienza la ruta de la demonia, donde la necesidad empieza a apretar y cuando
en el atardecer más triste es la luz. ¿Pero qué hacemos con el Ángel de la reincorporación?, preguntó
uno por ahí disfrazado de bonapartista y la respuesta fue unánime “no tiene que
temer los lobos muestra ternura al morder. Todo va a ir bien y que nos vaya
bien”. Adiós.
Brindaron entre disfraces y caretas, entre buena
onda y humo, entre aprobarse nuestra fe y morder. Se retiraron de la asamblea y
unos pasquines de bajo precio salieron a la calle pegados por los vendedores de
teléfonos celulares venidos a menos que se agrupaba en el Gheto de ATEos. Todos fueron felices y comieron pizza y moscato, a
seguir con lo mismo, con la misma incertidumbre. Adiós amor que nos vaya bien.
Mientras
tanto, el Ángel de la reincorporación
pensaba en su gran religión y la parrilla se preparaba a fuego lento; con
carbón y a media altura esperaba el cuerpo del ángel. El gran kuka monga dancing le dio un beso en la frente al Ángel. El Ángel de la reincorporación estaba
atado mientras la parrilla chorreaba grasa. El Gal roamnizadoo contando sus hazañas de
puñetero y también estaban en calzon y calzon la Grossa fideu y la Vella sense dents
mirándole el bulto a el Manxol.
Mientras en un rincón el Ñoqui espantat estaba fumando su primer porro. Todos esperando el
gran banquete, a saborear al Ángel de la
reincorporación.
Pero siempre hay algo
para luchar mas allá de los disfraces y las caretas, más allá de lo peor que
comerse a un Ángel, más allá de un grupo de caníbales siempre hay una
esperanza. Lo único que se puede defender en este mundo es a un gato. Justo ese
gato que siempre ha estado olfateado a las calzoneras,
al Ñoque, al Galo romanizado. Olfateo a los de la Anem caminant, acadèmic es respira y también olfateo a el Núcleo
duro.
El gato sabe más que nosotros porque tienen la llave que permite sentir el
acceso a la vida y a la muerte; lo que fue y lo que es. Ismael sabía dónde estaba la mierda de la traición, donde estaba la
confesión de lo peor de la negrura de la indiferencia. Ismael esperó a que todos estuvieran en la mesa y de manera
sigilosa ingresó por la medianera. De forma sagaz meo los ojos de los
invitados. el Manxol, no podía parar de gritar y con el muñón intentaba
sacarse el meo, el orín había penetrado en su mano muerta . El Gal roamnizadoo intentó sacar su espada pero fue inútil la cegara era total, el Ñoqui
espantat quiso huir pero Ismael se le prendió de la yugular, la
puso de rodillas y le dio muerte. La Vella sense dents y la Grossa fideu no veían absolutamente nada y cayeron a la parrilla, gritaban y
escupían sangre pero el carbón y el fuego las dilataba dándoles una muerte
digna. El gato Ismael tomó al Ángel de la reincorporación entre sus
garras y lo liberó. Miro fijamente su cara y el Ángel quedo paralizado. Intentó contestar sus errores, pero el gato
huyo saltando la medianera por donde había entrado. El Ángel se retiró. Miró la hora y había un poco de tiempo para volver
al útero que le dijo adiós en aquel departamento privado de las tratas. Se
sentía tan bien que podía tocar el silencio y morderlo.
Bengala.
La asamblea del año XIII e Ismael. (Capítulo
IV)
La asamblea terminó donde
comienza la ruta de la demonia, donde la necesidad empieza a apretar y cuando
en el atardecer más triste es la luz. ¿Pero qué hacemos con el Ángel de la reincorporación?, preguntó
uno por ahí disfrazado de bonapartista y la respuesta fue unánime “no tiene que
temer los lobos muestra ternura al morder. Todo va a ir bien y que nos vaya
bien”. Adiós.
Brindaron entre disfraces y caretas, entre buena
onda y humo, entre aprobarse nuestra fe y morder. Se retiraron de la asamblea y
unos pasquines de bajo precio salieron a la calle pegados por los vendedores de
teléfonos celulares venidos a menos que se agrupaba en el Gheto de ATEos. Todos fueron felices y comieron pizza y moscato, a
seguir con lo mismo, con la misma incertidumbre. Adiós amor que nos vaya bien.
Mientras
tanto, el Ángel de la reincorporación
pensaba en su gran religión y la parrilla se preparaba a fuego lento; con
carbón y a media altura esperaba el cuerpo del ángel. El gran kuka monga dancing le dio un beso en la frente al Ángel. El Ángel de la reincorporación estaba
atado mientras la parrilla chorreaba grasa. El Gal roamnizadoo contando sus hazañas de
puñetero y también estaban en calzon y calzon la Grossa fideu y la Vella sense dents
mirándole el bulto a el Manxol.
Mientras en un rincón el Ñoqui espantat estaba fumando su primer porro. Todos esperando el
gran banquete, a saborear al Ángel de la
reincorporación.
Pero siempre hay algo
para luchar mas allá de los disfraces y las caretas, más allá de lo peor que
comerse a un Ángel, más allá de un grupo de caníbales siempre hay una
esperanza. Lo único que se puede defender en este mundo es a un gato. Justo ese
gato que siempre ha estado olfateado a las calzoneras,
al Ñoque, al Galo romanizado. Olfateo a los de la Anem caminant, acadèmic es respira y también olfateo a el Núcleo
duro.
El gato sabe más que nosotros porque tienen la llave que permite sentir el
acceso a la vida y a la muerte; lo que fue y lo que es. Ismael sabía dónde estaba la mierda de la traición, donde estaba la
confesión de lo peor de la negrura de la indiferencia. Ismael esperó a que todos estuvieran en la mesa y de manera
sigilosa ingresó por la medianera. De forma sagaz meo los ojos de los
invitados. el Manxol, no podía parar de gritar y con el muñón intentaba
sacarse el meo, el orín había penetrado en su mano muerta . El Gal roamnizadoo intentó sacar su espada pero fue inútil la cegara era total, el Ñoqui
espantat quiso huir pero Ismael se le prendió de la yugular, la
puso de rodillas y le dio muerte. La Vella sense dents y la Grossa fideu no veían absolutamente nada y cayeron a la parrilla, gritaban y
escupían sangre pero el carbón y el fuego las dilataba dándoles una muerte
digna. El gato Ismael tomó al Ángel de la reincorporación entre sus
garras y lo liberó. Miro fijamente su cara y el Ángel quedo paralizado. Intentó contestar sus errores, pero el gato
huyo saltando la medianera por donde había entrado. El Ángel se retiró. Miró la hora y había un poco de tiempo para volver
al útero que le dijo adiós en aquel departamento privado de las tratas. Se
sentía tan bien que podía tocar el silencio y morderlo.
lunes, 1 de octubre de 2012
1- Soy de planta o ¿soy una planta?
Dinámica donde el síndrome de Burnout metamorfosea al profesional idealista en un Teletubi
municipal
En este artículo realizaremos un
aporte al estudio del síndrome del quemado, problemática analizada bajo la
observación participante dentro del Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad de Buenos Aires, complementando
el estudio mediante una entrevista radial a una de las profesionales que se
desempeña como supervisora del programa BAP, caso extendible a muchos otros/as empleado/as
que se encuentran sufriendo este padecimiento no conciente.
Esclareceremos un tipo particular
de síndrome de Burnout, tal vez el menos conocido, el que se produce en los
profesionales a los cuales el estrés se les instala en la mente. Lo interesante
es que a la vez que el síndrome se adueña de la voluntad del trabajador, no se
le produce una disminución de sus capacidades motoras e intelectuales, tampoco
un surmenage o colapso típico como en
actividades extremas en intensidad tales como por ejemplo la de un operador
telefónico de un Call Center, o la
presión a la cual son sometidos los deportistas profesionales o vendedores de
grandes compañías, o todo trabajo donde la exigencia paraliza el normal
desenvolvimiento de sus tareas y bloquea en su totalidad las facultades psíquicas
de la persona produciendo ansiedad y el estrés.
Nos parece interesante estudiar
esta enfermedad social frecuentemente encontrada en profesionales municipales,
como por ejemplo en los trabajadores de la salud: médicos, trabajadores
sociales, psicólogos, siendo el síndrome del trabajador quemado uno de los
motivos por el cual el área de Desarrollo Social y Salud responden débilmente a
la problemática social compleja en cuestión: la situación de calle.
La propuesta de esta columna es
analizar una posible causa del por qué los trabajadores profesionales en el
área de Desarrollo Social (trabajadores sociales, psicólogos que invierten mucha
cantidad de tiempo y esfuerzo, aproximadamente cinco años, en formarse y
capacitarse en la especialidad) en poco más de un año de trabajo efectivo, se
desgastan (queman) a tal punto que ya no es recomendable (ni para ellos ni para
la institución) que realicen la tarea.
Lo perverso de este Síndrome es
que se instala en los profesionales que alguna vez sintieron la necesidad de
estudiar e invertir mucha energía para realizar un aporte humano a las
poblaciones vulneradas en derechos, con la intención de revertir la injusticia
y brindar asistencia a las personas necesitadas. Muchos de estos profesionales
formados en la Universidad Pública
consideran el trabajo dentro del Estado con una concepción superadora en la realización
de su profesión en cuanto a la idealización positiva de “la cosa pública”. Poco
tiempo después, luego de una primera experiencia en su actividad, metabolizan sus
convicciones ideológicas y su espíritu de rebelde profesional para acomodarse
en el aparato burocrático municipal. Tan interesante como patético es observar a
estos muertos vivos con matrícula, con credenciales que los acreditan para
intervenir a las personas como trabajadores profesionales de la salud, siendo
su principal tarea justificar discursivamente su trabajo paseándose por los
pasillos del Ministerio. El resultado es: profesionales desgastados que han
perdido el encanto por la tarea de asistir personas, agotamiento, queja
continua buscando en el afuera la esencia de un problema de procesamiento
interno, luego la decepción y finalmente la infelicidad.
El síndrome del profesional
desencantado se produce cuando se evidencia el desequilibrio producido entre
las pretenciosas expectativas de aquel estudiante comprometido con cambiar la
sociedad y la dura realidad que otorga un acotado margen de maniobra y poca
posibilidad para asistir a la necesidad de las personas mediante el accionar de
dispositivos que en su dinámica asistencialista solo buscan cumplir con objetivos
gestión municipal. Y este límite de intervención imposibilita la realización
profesional dentro del municipio, trayendo aparejado el agotamiento de no obtener
los resultados deseados, sentimiento recrudecido cuando el factor económico se
suma como variable. El sueldo municipal de los profesionales se encuentra subvaluado
comparándolo con la misma actividad disciplinar debajo el régimen del sector
privado. Es el mismo sistema que forma a los profesionales bajo una concepción
positiva de “lo estatal”, el que presiona en la ambición capitalista de
acumulación monetaria, dentro del marco de una competitiva sociedad de consumo,
sumándole la imprevisibilidad laboral y falta de certezas en la vida en
general, motivo por cual el profesional lucha por acomodarse en lo seguro de la
estabilidad laboral que ofrece el Estado, la planta permanente como empleado
municipal. Y si bien el sueldo por su actividad se encuentra por debajo del
promedio del mercado privado, lo acepta priorizando la seguridad en cuanto a la
protección en lo laboral no encontrada en el sector privado. Y una vez lograda
la contratación como profesional de planta permanente en el municipio, el ahora
empleado burocrático, debe dejar de lado sus sueños de desenvolvimiento
profesional por un sueldo seguro, y la intención de cambiar el funcionamiento
del sistema que tanto criticó en su juventud, es reemplazada por la chata y
rutinaria vida municipal. La ecuación esfuerzo-recompensa se resuelve bajo la
mirada de un sistema viciado. Y a la par que baja el deseo, merman las pretensiones
del profesional ministerial.
El resultado se vislumbra en la
conducta del profesional: en la primera etapa su decepción se traduce en
insatisfacción e irascibilidad, impaciencia, irritabilidad dentro del grupo de
trabajo y luego con la población asistida. Con el tiempo, el cansancio y el
agotamiento en la práctica diaria llevan a la depresión. En una segunda etapa
el profesional municipal responde al modelo: “demografía-personalidad-desilusión”
propuesto por el Dr. Sahili (2010), donde la desilusión creciente que se
produce en el ejercicio de la profesión ejercida, da como resultado falta de
compromiso, denotando poca satisfacción laboral y
pérdida vocacional. En este contexto, el estrés crónico no sería una variable
explicativa significativa per se del Burnout, sino que es necesario combinarlo
con el desencanto del profesional resignado que sufre cada vez que cede a sus
ideales y ética profesional en la realización de las viciadas y rutinarias
tareas municipales.
Nómades ha registrado un severo y
evidente caso de síndrome de Burnout
en la entrevista a una Licenciada en Psicología supervisora del programa BAP
Zonal (programa recientemente cerrado por la dirección ministerial) miembro de
la planta permanente del Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad de Buenos Aires. Surge
una pregunta: ¿Es el estrés de la dura y sensible tarea de asistir a las
personas en situación de calle el que produce el síndrome del quemado?, la
respuesta es un rotundo “No”. El síndrome se explica por la falta de motivación
y pérdida de sentido que la profesional encuentra a la disciplina a la cual
dedicó todo su esfuerzo, en cuanto a formación y práctica. Se produce un vacío
existencialista porque el ser humano puede soportar estrés sin quemarse mientas
no se extinga el sentido de la vida. Es aquí donde se descarta la explicación
falaz que indica que el estrés que padecen los profesionales de la salud se
produce por el contacto prolongado con situación dolientes, con la miseria
extrema, con las personas que sufren y transmiten el padecimiento al
profesional, que si bien en un primer momento había construido una coraza anti-estrés,
luego la tensión termina por absorberlo, permeándose sus anticuerpos,
desgastándose su fortaleza. Dicho de otra manera, si el profesional, aunque
tenga contacto extremo con el dolor del asistido, sigue ilusionado con su
perspectiva de aporte y resolución, el estrés puede desgastar pero no producir el
síndrome Burnout. El profesional
quemado aparece cuando el alma se erosiona, la voluntad de resistir se apaga, cuando
el trabajador especializado descubre la brecha entre sus expectativas y la
realidad, el síndrome Burnout nace a
la par de la resignación.
Y es en un segundo momento donde
el profesional experimenta una gradual desilusión sobre su entorno, lo cual le
genera una pérdida del interés vocacional y una disminución de la energía dedicada
al trabajo. Sentimiento de impotencia donde el mínimo trabajo no tiene fin, y
lo que anteriormente era motivo de alegría ahora es aburrimiento, se pierde la
capacidad de disfrutar en el ámbito laboral, y es esta constante insatisfacción
la que deviene en una lenta depresión que se instala en el cuerpo somatizado mediante
insomnio, dolores de cabeza, mareos, dolores musculares, trastornos digestivos;
y en el carácter: agotamiento del trabajo en equipo donde el profesional
vivencia la sensación de que ya no se es capaz de trasmitir a nivel emocional,
suspicacia que se manifiesta constantemente con las cínicos y escépticos
discursos e irónicas exclusas. Aparece el sentimiento de ineficacia, incompetencia
y sensación de imposibilidad de llevar a cabo debidamente las tareas.
El burnout es el resultado transicional de un sutil mecanismo de
adaptación que produce el individuo profesional cuando se acomoda a las
necesidades institucionales. Es un padecimiento que abunda en los profesionales
del Ministerio de Desarrollo Social de GCBA, que se traduce en desidia y
negligencia. Nómades, mediante la entrevista a la profesional del Ministerio de
Desarrollo Social, comprobó el ya visualizado círculo vicioso entre discurso y
práctica, observando y contrastando la cotidianeidad que la totalidad de estos profesionales
quemados reproducen cuando actúan en su rutina y permanentemente se excusan con
justificaciones para no ser evidenciados de no cumplir con su trabajo y ética
profesional. Víctimas inadvertidas que no han sabido adaptar sus expectativas
iniciales a la burocracia municipal. Hoy, muy útiles al sistema que alguna vez
atacaron discursivamente en sus épocas de romanticismo universitario, por
encontrarse al servicio de la perversa dinámica reproductiva, contributivos y
participes, se transformaron en uno de los tantos eslabones oxidados del
denunciado (por Nómades) negocio de la pobreza.
Ruf.
2- El anarquista municipal
Antes de ponerse
de pie firmó el documento. Su vista no se quitaba de la cédula de notificación.
Había que realizar el desalojo, caiga quién caiga, le había dicho Diego Macri,
el director del programa. Así es la política, pensó, y siempre que decía la
palabra política se acordaba a su abuelo Federick Hertz, un inmigrante alemán
que hacía honor a su apellido: Hertz en la traducción al español significaba
corazón. Había que tener corazón para ponerle el pecho a la discriminación por no
hablar el idioma de la elite nativa, aunque sea si hubiera hablado francés
capaz que hubiera quedado mejor parado, pero no, ni eso, un idioma anglosajón
cortado, lleno de sonido J. Había acarreado miles de kilómetros a una familia
numerosa (su mujer y cinco hijos, por suerte, decía, todos varones, suerte
porque para el trabajo van mejor). Corazón para llevar sus principios de un
continente a otro, porque para los humanistas no hay fronteras, principio
compartido por los anarquistas. Federick había aprendido a leer y a escribir a
la edad de cuarenta años; porque no se puede ser libre siendo analfabeto, le
dijo Hans en una reunión del comité. Y el alcohol, la prostitución, todos
vicios burgueses, incluso el lujo había que combatir, los principios libertarios
iban más allá de toda moral impuesta.
Y Pipo siguió recordando a su
abuelo, que cuando lo echaron del frigorífico “La Negra ”, ubicado en
Avellaneda, siempre volvía a salir del paso. Mucho no lo defendieron esos
obreros, cabecitas negras, se llamaban algunos orgullosamente, y el abuelo bien
rubio, hacía contraste no por lo blanco de su piel sino más bien por detestar
la figura de Perón. Ya desempleado, se las ingenió para sacar un colectivo a la
calle destinando todos sus ahorros, incluso pidió prestado a toda la comunidad
alemana de la ciudad. Y Trabajó hasta quince horas diarias, y la palabra
trabajo, a Pipo lo llenaba de orgullo, él llevaba en la sangre a su abuelo,
venía de una familia trabajadora, de esfuerzo, y las imágenes eran borrosas
pero recordaba las llamas sobre el colectivo de su abuelo, ¿el fuego era
producto del grupo de choque de los oligarcas?, no, eran los brazos de su
abuelo incendiando lo que le pertenecía, lo que a punta de pistola le querían
hacer vender a un precio vil, mejor la muerte a tirar por la ventana el
principio de la honradez libertaria, no se sometería, la rendición era para los
cobardes o para los obreros sumisos.
Y le volvieron a gritar desde el
pasillo: “Vamos Pipo que están todos las cámaras en el desalojo y nosotros
acá tomando mate”. Y Pipo, recientemente nombrado jefe de operativos
especiales agarró al paso la campera que se pondría ni bien se subiría a la
camioneta municipal, debía ocultar la remera roja y negra, que no se la sacaba
ni para dormir. Trabó el handy en el
cinturón y bajó las escaleras.
Cuando llegó, vio la escena:
policía, ambulancias, bomberos y ellos: La asistencia social. Eran la parte
blanda del Estado, y claro, alguien tenía que negociar, los usurpadores se
habían atrincherado dentro de la vivienda y ya le habían bajado el lineamiento
desde el Ministerio, la orden decía que debía evitarse la intervención
policial, la violencia institucional física no era efectiva. No tenía que haber
costo político, tenía que negociar, cumplir para llegar, le decía Diego Macri,
el ahora nervioso director del área. Y qué quiere Don, la política es así, le
comentaba Pipo a su suegro en las reuniones familiares. Por otro lado, él
era la esperanza para que la policía no entrara tumbando puertas, golpeando chicos,
llevando a los rebeldes a las celdas de la comisaría más cercana, y claro está,
todos los animales al matadero, a la perrera municipal.
Pipo ya había leído el informe
social: cinco familias, treinta menores, siete ancianos, ocho perros, quince
gatos y veinte gallinas. Les ofrecería un parador para no dejarlos en la calle,
o un subsidio habitacional, con la cuota de emergencia estaría bien, tienen que
aceptar, si no tienen nada…
Y ni bien pasó la puerta, desde la
oscuridad, recibió un mazazo en la cabeza que lo llevó al piso, no vio de dónde
vino el golpe, tampoco recordó los rostros de las personas anotadas en el
informe que habían realizado los trabajadores sociales el mes anterior, solo
escuchó el cacareo de las gallinas mezclado con ese olor a paja y mierda.
La vivienda fue recuperada por los
dueños: cinco hermanos que los unía una sucesión. La propiedad fue vendida a
una constructora que levantó una torre de veinte pisos en diez meses. A Pipo lo devolvieron maniatado y con una bolsa en la cabeza, solo le quedó un chichón
en el cráneo y fobia a los operativos especiales, esto último le duró por el
resto de su vida. Amenazaron violarlo y cortarle el cuello, pero nada de eso
pasó. Todo se resolvió en un desalojo pacífico cuando negociaron la devolución
del jefe de tareas, canjeado por ochenta chapas y treinta colchones que el
Ministerio de Desarrollo Social se comprometió a entregar en la puerta de la Villa “El Ceibo”, en el
corazón mismo del Partido de Lanús.
Ruf.
3- Parásitos ministeriales
Estudio científico a cerca de la
gestión Ministerial en el área de Desarrollo Social de la Ciudad de Buenos Aires: Del
apellido onomatopéyico (Aj) para arriba y poco para abajo.
Manca cervello, sobra oportunismo
- La ciencia que estudia los parásitos es denominada parasitología.
- Parasito: Dícese del organismo que vive en el interior o en la superficie de otro de distinta especie, alimentándose a sus expensas, de cuya sustancia se nutre.
- Un parásito que mata al organismo donde se hospeda es llamado parasitoide.
- Al parásito que parasita a otro parásito se le suele denominar hiperparásito.
- El parasitismo es un proceso por el cual una especie amplía su capacidad de supervivencia utilizando a otras especies para que cubran sus necesidades básicas y vitales, que no tienen por qué referirse necesariamente a cuestiones nutricionales. Puede darse a lo largo de todas las fases de la vida de un organismo o sólo en períodos concretos. Una vez que el proceso supone una ventaja apreciable para la especie parásita, queda establecido mediante selección natural y suele ser un proceso irreversible que desemboca a lo largo de las generaciones en profundas transformaciones fisiológicas y morfológicas de tal especie.
- Ejemplos de los grupos más conocidos de parásitos: Marianopodos, Diegopolos, Claudiopolos, Medranopolos, Lanusopolos, Berizopolos, Stanleytopodos.
Ruf.
4- Obedientes demócratas
Injusticia. Discusión. Consenso. La asamblea determina: el
motín es inminente, se sella el pacto colectivo. Pasan dos horas. Un mensajero,
se pronuncia el Capitán. Corridas, los marineros-piratas vuelven al puesto de
trabajo. Al otro día, bien adentro en alta mar, se hunde el barco y hay pocos
salvavidas.
Ruf.
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